México es un país altamente sísmico debido a que se posa sobre cinco placas tectónicas y porque la corteza terrestre se mueve constantemente, se sabe que en cualquier parte del país puede llegar a temblar.
El encargado del Área de Análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Víctor Hugo Espíndola, aseguró que aunque son menos frecuentes, los sismos en el norte del país también son normales.
“La corteza continental sufre deformaciones y también las hay internas, dentro de Chihuahua o Durango, por ejemplo. Obviamente los sismos que se generan en esas regiones son muy pequeños y son distanciados en el tiempo”, dijo a Notimex.
Indicó que las placas tectónicas de mayor relevancia y que ocasionan los epicentros más devastadores en el país son la Norteamericana y la de Cocos, donde sus límites (el lugar donde concentran más energía) se encuentran desde Jalisco hasta la punta sur de Chiapas.
“Otros estados no son ajenos, puede ocurrir en cualquier lugar, sin embargo, los sismos más destructivos sí se han dado en esa parte”, recalcó.
“Cuando la placa de Cocos penetra bajo la Norteamericana no desaparece completamente, abajo tiene mucha resistencia, se acumula mucha fricción y como siente mucha resistencia empieza a apachurrar, es cuando sucede un rompimiento que es lo que sucedió el 19 de septiembre”, añadió.
Aclaró que las réplicas son reacomodos de las rocas que pueden durar días o semanas, depende de la extensión del temblor principal.
Recordó que el sismo de 8.2 grados del pasado 7 de septiembre tuvo una extensión de más de 200 kilómetros por 50 de ancho, mientras que el del 19 de septiembre fue 30 veces menor, por lo que en el primer caso van más de cinco mil réplicas, mientras que en el segundo casi 40 que al parecer ya se detuvieron.
De este modo, el sismo del 7 de septiembre no tuvo relación con el del 19, pues mientras el primero tuvo epicentro en el Golfo de Tehuantepec, el otro sucedió en los límites de Puebla y Morelos.
En cuanto al posible “gran sismo” en la brecha de Guerrero y del que mucho se habla en redes sociales, recalcó que no se puede predecir y que tampoco se cuenta con la tecnología para saber cómo se comporta esa zona de la corteza terrestre, en la cual no ha habido actividad importante desde hace más de 100 años.
“El hecho de que haya ocurrido uno de 8.2 y otro de 7.1 no le quita peligrosidad sísmica a esa zona, entonces sí puede ocurrir”.
Víctor Hugo Espíndola dijo que los términos trepidatorio y oscilatorio no existen, fueron acuñados por la población, pero que su término correcto es compresionables y longitudinales, respectivamente, y que todos los sismos poseen ambos movimientos.
Además explicó que la escala de Richter es un término que dejaron de utilizar los especialistas desde finales de los años 80 y que la medición fue modificada por el de Magnitud de Movimiento Sísmico.
“El Movimiento Sísmico mide la deformación de la cantidad de masa que mueve, entonces está más ligada con mediciones físicas del fenómeno y la escala de Richter era un poco más observarcional, más cualitativa”.
Por último, el especialista señaló que la magnitud más alta de sismos que se han registrado en el mundo ha sido arriba de nueve grados en lugares como Chile y Alaska.
dca