Visto que el Guadalajara no ha sabido comportarse en la gloria, ya perpetuándola o siquiera dándole un atisbo de continuidad, más relevante será que sepa hacerlo en tan súbito fracaso, apurándose para aprender de él y tornarlo efímero.

 

Es decir, que ya ha sido suficientemente grave el ofrecer tan desastroso torneo tras el título, aunque mucho más lo sería que este semestre de desilusión devolviera a la institución al viejo estado de crisis permanente.

 

Ser mejores en la derrota que en la victoria, esa es hoy la cuestión en el Rebaño.

 

Ser mejores, partiendo de la autocrítica, dejándose de delirios de persecución, resistiéndose al reparto de culpas hacia fuera. Ser mejores al admitir que si Chivas ha defendido de manera tan triste su corona, es por cuanto no ha sido capaz de hacer, es por la incapacidad de cargar con el peso de ese trofeo, es por acaso haber asumido que todo estaba hecho cuando de una liga –por añorada y ansiada que fuera– nadie vive…, y menos un gigante.

 

Sólo con autocrítica se saldrá adelante. Un proceso que implique, como base, ahuyentar toda tentación destructiva. Lo que tan bien funcionó unos meses atrás, no ha de ser demolido o triturado. Lo que tan mal funcionó antes, vivir a tumbos entre entrenador y entrenador, no puede siquiera insinuarse como posibilidad.

 

La gestión Vergara pasó más de una década buscando fórmulas para volver a entusiasmar a sus feligreses. Década de bandazos, de constantes cambios de práctica y fe, de inconsistencias e improvisaciones que tuvieron al club al límite del descenso.

 

Recuerdos frescos que habrían de bastar para diferenciar lo que conviene de lo que no. Y hoy convienen la continuidad, la armonía, la serenidad, siempre que partan del aprendizaje.

 

¿Cuánto ha afectado la nula pretemporada del núcleo de este plantel, a causa de la selección en la Copa Oro? Supongo que mucho, pero en este instante deja de ser un tema relevante.

 

Asumido que Chivas ya sólo vive en este torneo con respiración artificial, es momento de aprovechar los tres meses que faltan para comenzar el siguiente certamen. Lo opuesto sería utilizar esas jornadas que restan para polarizar más y reincidir en un victimismo que no deja nada bueno (la cantaleta: “a muchos les duele que Chivas haya sido campeón”). El colmo, que las versiones que señalan ruptura entre Matías Almeyda y la directiva, fueran ciertas: ahí estaría, sin duda, el peor de los caminos, volver a los tiempos en que todo se pretendía resolver con una guillotina.

 

El Guadalajara no está en crisis, pero sí puede evitar hoy estarlo.

 

Twitter/albertolati

 

caem

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