“No hay palabras de agradecimiento para las maestras que salvaron a mi hijo”, aseguró el papá de Santiago Enriquez, quien cursaba el segundo año de kinder en el Colegio Enrique Rébsamen, y donde se derrumbó una estructura que se llevó la vida de 19 alumnos y siete adultos.
Recordó que ese día estaba en casa, porque no fue a trabajar, en cuanto sintió que comenzó el sismo del 19 de septiembre pasado salió de casa en ropa interior: en su mente sólo estaba ir en búsqueda de sus dos hijos.
“Salí de mi casa, literal en calzones, me subí al auto y primero fui por mi hijo pequeño a la guardería, me lo entregaron, la guardería estaba bien, no tenía problema.
“Agarré el coche de nuevo, pero luego ya no pude seguir en él, lo subí a la banqueta, agarré al bebé de nueve meses y nos fuimos corriendo alrededor de un kilómetro, o dos, no sé, y llegando no había todavía ni patrullas (en el Colegio Enrique Rébsamen)”.
Ya en los alrededores de la escuela, mencionó que varias personas gritaban que una escuela se estaba cayendo.
El papá de Santiago rogó en ese momento que no fuera la escuela donde estaba inscrito su hijo.
“Pero cuando fui llegando, vi que (el colegioC) estaba en el suelo”, relata.
Con su hijo Santiago en brazos, dijo que su pequeño le comentó que la Miss. Maricarmen fue quien lo llevó hacia la zona de las canchas.
Eso, destacó, resultó ser la mejor decisión que pudieron tomar las maestras, pues gracias a ello Santiago salió ileso del derrumbe de la escuela.
Un día después del temblor, Santiago y su papá acudieron a la zona donde se concentró la ayuda entorno al colegio Enrique Rébsamen, donde fue entrevistado en medio de distintas grabadoras.
Agradecido por tener a su hijo, entre los tumultos, los gritos y el silencio intermitente de aquel día; también buscó la forma de ayudar.
*edición impresa 24 Horas
caem