Fort Meade. – El terrorista confeso Ahmed Al Darbi deberá cumplir 13 años de condena después de que una comisión militar lo declarara hoy culpable de participar en el ataque contra el petrolero MV Limburg en el Golfo de Adén, atentado que tuvo lugar en 2002, cuando el acusado ya se encontraba preso en Guantánamo.

 

La sentencia dictada por un juez militar de E.U. supone un punto y aparte en la historia de este yihadista saudí, cuya trayectoria es una concatenación de quiebros del destino que le impidieron satisfacer plenamente su anhelo de combatir al enemigo infiel.

 

Una historia fuera de la ley que comenzó cuando Al Darbi desertó del ejército saudí para tomar parte en la defensa de Bosnia-Herzegovina, que continuó en una oscura celda, meses antes de que se materializara su golpe maestro, y que terminó este viernes con un sentido alegato en el que expresó su arrepentimiento.

 

“Ojalá pudiera hablar con el yo que fui hace años, un hombre joven al que le diría: por favor, no pierdas tu familia y tu futuro por algo que no es real”, dijo en un correcto inglés un Al Darbi vestido de traje y perfectamente afeitado.

 

Del terrorismo a la redención

 

Corría el año 1992 cuando el joven Al Darbi (Taif, 1975) decidió alistarse en las Fuerzas Armadas de Arabia Saudí, donde como soldado de infantería recibió un completo entrenamiento en el manejo de armas ligeras.

 

Tras alcanzar el rango de cabo, apenas dos años después de ingresar en el ejército y dos años antes de poder licenciarse, el saudí decidió desertar con el objetivo de participar activamente en la Yihad.

 

Apenas un año más tarde, Al Darbi se desplazó a Bosnia-Herzgovina para tomar parte en el conflicto yugoslavo y luchar del lado de las fuerzas musulmanas que en aquel momento hacían frente a las tropas serbias.

 

Sin embargo, la aventura europea del saudí duró apenas unos meses, ya que el Acuerdo de Dayton puso fin al conflicto ese mismo año y en consecuencia todos los combatientes extranjeros fueron obligados a abandonar el país.

 

Tras este primer desengaño, y ya de vuelta en su tierra natal, Al Darbi entró en contacto con Khalid Al Mihdhar, uno de los cinco terroristas de que el 11 de septiembre de 2001 secuestraron un avión de American Airlines para llevar a cabo un ataque suicida contra el Pentágono.

 

Su integración en el grupo yihadista era ya un hecho, confirmado por los cargos criminales que a partir de ese momento empezaron a acumularse en su expediente, esos mismos por los que ha acabado siendo sentenciado hoy como “enemigo beligerante” en el Complejo Legal Expeditivo de la Base Naval estadounidense de Guantánamo.

 

La preparación militar de Al Darbi le llevó a desempeñar tareas de formación en los campamentos de entrenamiento del grupo terrorista, por aquel entonces liderado por un aún relativamente desconocido Osama Bin Laden.

 

A principios del nuevo milenio, Al Darbi empezó a colaborar con el también terrorista -y a la postre, igualmente reo en Guantánamo Abd Al Rahim Al Nashiri, quien planificó el atentado del 2000 contra el destructor estadounidense USS Cole, en el que fallecieron 17 marineros.

 

Ambos idearon una estrategia que tenía como objetivo el perjudicar los intereses occidentales en el Estrecho de Ormuz y en la costa yemení, y que se basaba en replicar la táctica de Al Nashiri sobre objetivos civiles.

 

Una vez establecido el plan, Al Darbi se hizo cargo de la logística, que incluía adquirir un barco de madera en Arabia Saudí, un sistema GPS e, incluso, una grúa para cargar en el navío los botes rápidos con los que llevar a cabo el ataque.

 

El 6 de octubre de 2002 una barca cargada de explosivos se estampó contra el buque, provocando una explosión que se cobró la vida del ciudadano búlgaroOsama Bin Laden, hirió a doce miembros de la tripulación y provocó el derrame de unos 90.000 barriles de petróleo en el Golfo de Adén.

 

A pesar del éxito del ataque, tal y como recalcó hoy su abogado, Ramzi Kassem, Al Darbi no pudo participar en la acción a la que había dedicado tantas horas y esfuerzos.

 

Una vez más el destino parecía burlarse de él, ya que en junio de ese año el yihadista resultaba detenido en Azerbaiyán y dos meses después ya se encontraba incomunicado en el centro penal de Guantánamo.

 

Sin embargo, teniendo en cuenta que en 2005 la Justicia yemení condenó a pena de muerte a dos de los terroristas que tomaron parte en el atentado y que hace tres años Al Darbi aceptó colaborar con las autoridades, sellando así su futura salida de prisión, quién sabe si en esta ocasión no fue él quien logró burlarse del destino.

 

ERM