Julia Villalba Méndez vive en la comunidad de San José Zocoteaca, perteneciente al municipio de Santiago Tamazola, su casa fue las pocas censadas por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), la parte más dañada incluso está apuntalada, sin embargo, no ha abandonado su hogar.
Su casa tiene una intrincada distribución: para llegar a la parte más peligrosa hay que atravesar varios cuartos, unos desocupados, otros repletos de enseres.
Ahí vivía el abuelo, un hombre mayor que ahora duerme con el resto de la familia. Cuándo podrá regresar a su espacio, es algo que ignora, por lo que exigió una respuesta por parte de las autoridades.
“Vinieron y sólo nos dijeron que le sacáramos copia y pusiéramos eso en la entrada”, destacó Julia señalando una calcomanía con código de barras de la Sedatu, es la contraseña con la cual su propiedad será beneficiada con recursos para reconstrucción.
Adelino Ramírez y su esposa, Marisol Reyes, vivían con sus dos hijos en un par de cuartos que construyeron arriba de la casa de la suegra, luego del sismo del 19 de septiembre ya no quisieron permanecer ahí.
“Sacamos las camas y las pusimos en el patio, pero el frío y con los niños pues las tuvimos que meter a la parte de abajo, vinieron de Protección Civil y que según la casa es segura, pero yo veo las grietas que están de los dos lados de la pared”, relató Adelino.
El problema, continúa, es que le dicen que puede vivir en su casa, pero no le dan ningún documento que le avale lo dicho, “si pasa algo, si se nos viene encima, van a decir que fue culpa de nosotros, porque nos metimos”.
Una comunidad de paisanos
En el municipio de San Nicolás Hidalgo, en la calle Laurales en el Rancho el Perico, la familia de Francisco José Sánchez también cuenta con el código de barras de la Sedatu, pero tampoco sabe cuándo regresarán las autoridades, si tiene que ir a recoger el apoyo, si le darán dinero o materiales.
“Vinieron hace 15 días los de la Sedatu, pero sólo nos dijeron sáquenle copia a eso y péguenlo en la puerta; de día estamos adentro, pero ya de noche nos dormimos afuera, porque capaz que ahí nos quedamos”, comentó.
De los pocos jóvenes que se ven en esta zona, porque la mayoría trabaja en Estados Unidos, Miguel Ramírez Ramírez tiene su casa en la calle Reforma en el municipio de Guadalupe de Ramírez, las grietas prácticamente atravesaron todo su hogar.
La misma cuarteadura en la pared de la cocina está al otro lado del muro en la recámara, y así sucesivamente.
Y el relato se repite: “Vino Protección Civil y me dijo que estaba bien, pero yo veo que no, que según aguantó muy bien, pero ahí están las grietas, y como no nos dejó un papel ni nada, pues qué seguridad tenemos”.
*edición impresa 24 Horas