Ni el líder de la Asociación Nacional Catalana, Jordi Sánchez, ni el de Ómnium Cultural, Jordi Cuixart, se imaginaron, cuando animaban a una turba de exaltados independentistas a presionar a la Guardia Civil, que aquella acción terminaría con ellos en prisión.

 

Los 20 y 21 de septiembre pasados, en pleno centro de Barcelona, un grupo de Guardias Civiles entraron en la Conserjería de Economía con una orden judicial en la búsqueda de pruebas que confirmaran el delito de la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre pasado.

 

Cuando sendos personajes conocieron la información, llamaron a sus huestes y se presentaron ante la Conserjería donde estaba trabajando la Guardia Civil. Los dos “libertadores” -son el símbolo de los independentistas en Cataluña- instigaron e instigaron hasta que vieron que la propia calle, ésa que controlan a golpe de talonario de independentismos, se les iba de las manos.

 

La Guardia Civil pidió una y otra vez refuerzos. Esas miles de personas gritaban “libertad” y “votaremos” cuando por sus adentros el alarido era de rencor y venganza. Todo mal entendido, pero todo llevado al paroxismo.

 

Tras 15 largas horas y después de destrozar los coches de la Guardia Civil, finalmente los Mossos d’Esquadra se dignaron a ayudar. Y digo que se dignaron porque recibieron más de 10 llamadas de la Guardia Civil con respuestas lacónicas de que no observan nada grave.

 

Bueno, pues estos dos señores están ahora mismo en prisión por un delito de sedición. Y éste es tan sólo uno de los procesos a los que se enfrentan. Todavía tienen que juzgar su participación el día del referéndum y las jornadas subsiguientes donde tomaron las calles.

 

Lo sorprendente radica en que los políticos independentistas y Pablo Iglesias, líder del partido radical de izquierda Podemos, les tildan de presos políticos. Eso es un insulto a la inteligencia. Un insulto y un despropósito.

 

En España no hay presos políticos; es más, no puede haberlos. Lo dice la Constitución. En esta democracia española tan desarrollada es inconstitucional la privación de libertad a una persona por sus ideas. Esos anacronismos murieron con la dictadura de Franco. Llevamos muchos años luchando por la libertad por España como para que nos vengan ahora con que estos dos señores son presos políticos.

 

Pero es más. El régimen de libertades que goza España está tan desarrollado que no sólo existen los partidos independentistas, si no que gobiernan muchas ciudades españolas. Por ejemplo, en Portugal, Alemania o Estados Unidos no hay cabida para una fuerza política que busca la independencia. Sencillamente están prohibidas. Por eso resulta un insulto a la razón calificar a estos dos señores, que se saltan la legalidad una y otra vez –por eso están en prisión y no por los ideales que tienen- como presos políticos.

 

Y, ¡cómo no! Cómo no iba aprovechar la situación para meter la cuchara. Nicolás Maduro también dice que el presidente Rajoy metió en la cárcel a dos presos políticos. Precisamente el dictador venezolano es el que más tiene que callar. Y si no, que se lo pregunten a Leopoldo López y a tantos miles como López que siguen sufriendo en las cárceles venezolanas el azote de un tirano, ahí sí, por pensar distinto. Pero, en fin, tampoco se le puede pedir peras al olmo.

 

No merece contestación el señor Maduro y no lo merece porque desde que era camionero hasta ahora no ha cogido un libro. Yo creo que ni el Libro verde de Gadafi, y eso que era uno de sus principales correligionarios.

 

 

 

caem