¡Vaya tamaño de “torito’’ que tendrá que enfrentar, a partir de hoy, Emilio Gamboa!

 

No se trata de la segunda parte de la historia del helicóptero oficial para ir a jugar tenis con Peña, sino el debate que se avecina en el Senado por la destitución del fiscal contra Delitos Electorales, Santiago Nieto, despedido fulminantemente el viernes pasado.

 

Si ya la oposición estaba unificada en contra del PRI en el llamado Frente Amplio por México, el despido de Nieto, acusado de violar la secrecía de una investigación, juntó hasta a los de Morena y el PT, que para efectos prácticos son los mismos, pero con diferente cachucha.

 

¿Cuál es el problema de fondo?

 

Dos.

 

El primero, ¿puede un encargado de despacho en funciones de Procurador General de la República despedir a un fiscal ratificado por el Senado?

 

Cualquiera que sea la respuesta merece una explicación más allá de un simple tuit como el que mandó el mismo viernes el encargado de la PGR, Alberto Elías Beltrán, justificando su (?) decisión.

 

Y es que entre tanta opinión desatada por el despido, pasó como de noche el hecho indiscutible de que en la carta que dio a conocer el propio Lozoya, que había sido entregada a Nieto en agosto pasado, no constaba ninguna amenaza en contra del funcionario como éste afirmó que había ocurrido.

 

Entonces, ¿lo despidieron por revelar detalles o por mentir sobre el tema? Y si mintió, ¿sólo hay despido sin sanción?

El segundo conflicto tiene que ver con la discusión de la Ley de Ingresos que la Cámara de Diputados aprobó el jueves por la noche.

 

Se suponía que mañana los senadores, como Cámara revisora, analizarían y votarían el documento para devolverlo a los diputados para su publicación.

 

Ahora no existe la seguridad de que ello ocurra, por más que el propio Gamboa trate de desligar un tema del otro.

 

La oposición no los dejará, porque está convencida de que la destitución de Nieto es una muestra de autoritarismo con el que se pretende tender un manto de impunidad a favor del PRI en la investigación de Odebrecht.

 

A ver.

 

 

 

Ya todos los partidos decidieron cuál será el método de selección de sus candidatos presidenciales.

 

Y todos se parecen.

 

En el PRI en una convención de delegados –que avalarán lo que les envíen de Los Pinos-, el PRD en el Consejo Nacional Electivo –que se parece muchooo a la convención de delegados tricolor- y el PAN se decidió por una elección interna entre los militantes del partido –poco más de 340 mil.

 

Perooo, si PAN y PRD concretan una alianza electoral –el Frente ahora es sólo “programático’’-, entonces el candidato presidencial de ambos partidos –al que se sumará el Movimiento Ciudadano- se realizará con el método que acuerden las partes y registren ante el INE.

 

¿Cuál será?

 

Ésa es la gran pregunta. La respuesta dependerá de la repartición de candidaturas a los otros puestos de elección popular en disputa, desde gubernaturas hasta presidencias municipales.

 

 

 

Uno de los estados que cambiará de gobernador al año próximo será Yucatán, y los priistas ya se desataron.

 

El secretario de Desarrollo Social, Mauricio Sahuí, montó una campaña de espectaculares y panfletos en toda la capital del estado; se podía ver su imagen en una foto con el gobernador del estado, Rolando Zapata, levantándole la mano.

 

Evidentemente se presentó una queja en su contra por actos anticipados de campaña; los espectaculares fueron retirados, pero Sahuí no se ha estado quieto.
¿Verdad, Jorge Carlos Ramírez Marín?

 

 

 

caem