WASHINGTON, DC.- Cuando el pueblo estadounidense esperaba tener finalmente acceso sin restricciones a más de 5 millones de documentos, videos, fotografías, grabaciones de audio, análisis y otra información obtenida en la investigación del asesinato del ex presidente John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en la ciudad de Dallas, Texas, de nuevo, la CIA aparentemente se interpuso.
Después de un largo silencio y horas de espera, la Casa Blanca anunció que “tras escuchar el planteamiento de agencias de inteligencia, el Presidente Trump sólo autorizó la desclasificación de 2 mil 800 de los 3 mil 100 documentos secretos que se esperaban, debido a que los considera aún sensitivos para la seguridad nacional, según una conferencia telefónica de la Casa Blanca, con funcionarios que a condición de anonimato, informaron y brindaron antecedentes.
En lo que Jefferson Morley, autor del libro “La CIA & JFK, los Archivos Secretos del Asesinato” y uno de los más profundos conocedores del tema, dijo que “en franco desafío a la ley, el presidente Trump “decidió demorar más la desclasificación de cientos o miles de documentos más sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy, que debió autorizar ayer, anunciando que “no tuvo más opción que mantener miles de páginas en secreto, levantando la prohibición en sólo 2 mil 800”.
La CIA reaccionó de inmediato, elogiando la decisión de bloquear la desclasificación de millares de páginas “a fin de proceder a una nueva evaluación que permita a EU proteger a agentes, socios, fuentes de información y métodos”.
“La CIA ha contribuido con 87 mil documentos de los que ha liberado 69 mil” dice la Agencia Central de Inteligencia en un comunicado. Asegura que de los 18 mil restantes debe cambiar la redacción elaborada inicialmente con la intención de proteger a las fuentes que la brindaron sin exponer tampoco temas y métodos de seguridad nacional, como personajes que contribuyeron a la CIA, funcionarios en activo y retirados, alianzas, cooperación, inteligencia y métodos”.
La colección consta de información obtenida por la Comisión Warren, el Comité Selecto Sobre Asesinatos, de la Cámara Baja del Congreso, la Comisión Rockefeller, la Comisión Church, George De Mohrenschildt, Marina Oswald, Marguerite Oswald, Michael Paine, Ruth Paine, Clay Shaw y David Ferrie.
Son 552 testimonios ante la Comisión Warren y documentos de personas involucradas de alguna forma, memorándums con antecedentes, audiencias, áreas de investigación, cartas y reportes clasificados, 33 grabaciones sobre actividades de Mark Lane, información sobre Lee Harvey Oswald y su vida, divididos en 4 periodos y de Jack Ruby, quien asesinaría a Harvey.
Analistas que han esperado este momento lamentan que en lugar de desclasificar la última colección de 3 mil 100 documentos nunca antes vistos que incluye 441 documentos secretos de la CIA y FBI, el presidente Donald Trump haya revocado su palabra y a sugerencia de la CIA e integrantes de la comunidad de Inteligencia y decidido que parte de los documentos permanezcan en las sombras, por identificarlos como un “potencial daño a la defensa militar, operaciones de inteligencia, aspectos policiacos o relaciones exteriores”.
La Casa Blanca anunció que en los próximos días, el presidente Trump enviará un memorándum a las agencias de Inteligencia haciéndoles ver que el pueblo de Estados Unidos merece que el gobierno difunda todos los documentos que sea posible sobre el cuarto asesinato de un Presidente de este país, del que espera una respuesta en 180 días.
Ocurrido hace más de medio siglo, el asesinato del expresidente John Fitzgerald Kennedy en Dallas, Texas, a plena luz del día, ante miles de personas que lo recibían y ante cámaras de prensa y televisión, Lee Harvey Oswald disparó desde un edificio quitando la vida al carismático mandatario, en un asesinato que conmovió al mundo y abordado de todos los ángulos, en más de 200 libros, numerosos ensayos, estudios, reportes, películas, de una forma que ningún otro tema en EU ha sido analizado.
En opinión de Jefferson Morley y otros expertos, esa decisión sólo alimentara aún más las teorías de conspiración, de quienes atribuyen a la CIA el magnicidio. Teorías que cobraron nueva fuerza con la exhibición de la película “JFK”, del director de cine Oliver Stone, que culmina con la exigencia de que la Casa Blanca autorice la completa des-clasificación de todos los documentos.
Entre las revelaciones nuevas, podría estar el hecho de que Earl Cabell, entonces Alcalde de Dallas, era contacto de la CIA en 1950 y su hermano Charles Cabell fue alto funcionario de la CIA hasta 1962, aunque no establecen conexión algún con el asesinato dejan ver la profunda penetración de la Agencia de Inteligencia en las instituciones públicas.
Otra novedad son las grabaciones sobre el interrogatorio secreto de Yuri Nosenko, ex-oficial de la KGB Rusa, quien tuvo a su cargo el expediente del gobierno Ruso desde que Lee Harvey Oswald llego a Moscú hasta que salió. Nosenko solicitó y obtuvo asilo político a EU en 1964. Expertos consideran que la Comisión Warren no presto suficiente atención a la posible participación Rusa en el asesinato de JFK.
Los 3 mil 100 documentos, contenidos en varios grupos que debían haber sido desclasificados este jueves 26 de octubre, se sumarían a 30 mil 369 documentos liberados parcialmente y hacen un total de más de 5 millones de páginas, grabaciones, videos y fotografías obtenidas por la Comisión Warren creada por la Orden Ejecutiva 11130 del Ex Presidente Lyndon B. Johnson, el 29 de Noviembre de 1963 para investigar a los asesinos, posible complot, conexiones internacionales, motivos y financiamiento.
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México, involucrado
Investigación en la que México ocupa un importante papel debido a varios viajes de Lee Harvey Oswald, el magnicida a la capital de la República, de enero a octubre de 1963.
Un amplio reporte del entonces embajador de EU en México, da cuenta del trabajo del gobierno mexicano, encabezado por el entonces Presidente Adolfo López Mateos, en apoyo del de Estados Unidos, en la investigación preliminar luego del asesinato.
Desde la localización de visas expedidas a Lee Harvey Oswald, de 15 días, para viajar por tierra a la República Mexicana, cruzando por Nuevo Laredo; los boletos de camión en Transportes del Norte, autobuses Flecha Roja y otros; hasta seguimiento de sus actividades en México, donde se hospedaba en el Hotel de Comercio, hasta los gastos que hizo en sus compras, reporte entregado al Embajador Mann y a la CIA.
Un amplio reporte del entonces Embajador de EU en México, Thomas Mann, da cuenta de los esfuerzos del gobierno de López Mateos por contribuir en la investigación, en la que Luis Echeverría Álvarez, como Secretario de Gobernación, tomó parte activa.
El Gobierno de México ordenó el cierre de la frontera con Estados Unidos, aún cuando dejó atrapados a numerosos camiones escolares de uno y otro lado de la frontera y ofreció acceso a testigos que pudieron tener contacto con Oswald, desde inspectores de Migración y de Aduanas, hasta choferes de autobuses, empleados del hotel de Comercio, donde se alojaba y hasta mexicanas trabajando para la Embajada de Cuba en México.
“Nos entrevistamos con Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación” relata el Embajador Thomas Mann “donde el señor Coleman agradeció el apoyo que nos han brindado” dijo.
Echeverría dijo que unificarían todos los reportes para entregar uno más extenso en 48 horas y se comprometió a llamar por teléfono cuando se enviara y acordaron mantener las pláticas y colaboración a nivel confidencial, y comunicarse antes de hacer alguna declaración para que fuera simultánea y de común acuerdo, considerando que “no eran oportunas para México por la proximidad de las elecciones”. Además Echeverría pidió que las entrevistas con testigos mexicanos fueran más a nivel de café, que en la formalidad de una oficina, lo que no les causó mucha gracia.
La CIA quería más información verificable, luego que un cubano radicado en México, aseguró que vió a Oswald recibir más de 6 mil 500 dólares de la Embajada cubana para asesinar el presidente Kennedy. Información de la que se retractó después, por lo que diplomáticos y agentes de Estados Unidos querían entrevistar todos los posibles testigos mexicanos, sometiéndolos a un polígrafo, lo que no funcionó porque el operador no hablaba español y no confiaban en la traducción.
“Hablamos con Echeverría, quien estuvo de acuerdo en que la entrevista a Silvia Durán, mexicana que trabajaba para el Consulado cubano, era positiva” dice el reporte “y concluyó que (Echeverría) no creía que hubiera habido conspiración alguna por las visitas de Oswald a México y terminó la reunión diciendo que tenía un almuerzo importante con la Reina Juliana”.
Algunos reportes, aseguran que la Agencia Central de Inteligencia de EU, interceptó comunicaciones y mantenía vigilancia de las embajadas de la entonces Union Soviética y la Embajada cubana en México, lo que con múltiples contactos, que le permitió monitorear las visitas de Lee Harvey Oswald, quien recibió entrenamiento en la Infantería de Marina, de donde luego salió para viajar a Moscú, donde se casó con Marina Nishileyeva.
Las actividades de Harvey Oswald fueron monitoreadas de cerca por Winston Scott, entonces Jefe de Estación de la CIA en México, igual que Anne Goodpasture, quienes refieren la preocupación cotidiana de esa estación por la tensión con Cuba, de acuerdo con los expedientes del polémico caso.
*edición impresa 24 Horas
caem