Agustín Lara, “El Flaco de Oro”, el poeta mexicano y uno de los compositores más importantes del siglo XX, creador de más de 700 temas, forjador de muchos misterios y una vida de leyenda que logró hacer cantar sus temas a millones de personas en todo el mundo.

 

Enérgico, irritable, parrandero, orgulloso, dandy, bohemio, mujeriego, fracasado empresario, hay muchos mitos alrededor de Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara Aguirre y del Pino, su nombre completo.

 

 

El primero de ellos surge con su nacimiento, pues si bien la mayoría señala como lugar de origen el encantador pueblo de Tlacotalpan, en el estado de Veracruz, donde nacieron dos hermanos y vivió sus primeros años, lo cierto es que nació un 30 de octubre en la Ciudad de México y creció en Coyoacán.

 

El año en que nació también es dudoso, pues si bien él solía decir que vio la luz en 1900, se ha hallado un acta de nacimiento del Registro Civil que precisa fue parido en 1897. Sin embargo, Lara se reconocía jarocho de corazón y nacido con el siglo XX.

 

Hijo de María Aguirre del Pino y el militar Joaquín Lara, su primer contacto con la música fue un armonio, instrumento que estaba en el orfanato que dirigía su tía, Refugio Aguirre del Pino, y que primero estudiaría con profesores como Luz Torres Torrija, para luego seguir de manera autodidacta.

 

Su padre quería que siguiera sus pasos en la carrera militar, pero Agustín prefería dedicarse a la música, al grado de que desde los 13 años comienza a tocar el piano en un prostíbulo.

 

Cuando su papá lo descubre es obligado a entrar en el Colegio Militar, pero él mantiene su interés en el ambiente artístico y es expulsado de la escuela, por lo que es enviado a Durango a trabajar un tiempo en una empresa ferrocarrilera.

 

Firme en su vocación, a su regreso a la capital del país termina sus estudios y decide seguir su vocación. Toca piano lo mismo en cantinas, centros nocturnos y cabarets, que en salas de cine y reuniones sociales en donde conoce a varias personalidades. Es en esos años cuando, en otro hecho no aclarado, es herido en el rostro y una cicatriz lo marca de por vida.

 

En esa época da a conocer sus primeras composiciones, que luego interpretan cantantes reconocidos como Juan Arvuzu y Maruja Pérez, además del trío Garnica Ascencio. Se sabe que su primera audición en la radio fue en 1929, en la estación XEB.

 

A invitación del empresario Emilio Azcárraga Vidaurreta, en 1930 comienza a trabajar en la estación de radio XEW y forma su primera orquesta, de nombre El Son de Marabú.

 

Destaca luego en el programa radial “La hora íntima de Agustín Lara”, que con el tiempo se convertiría en plataforma para la presentación de sus temas y la difusión de grandes artistas como María Antonia del Carmen Peregrino Álvarez, mejor conocida como Toña, La Negra, Alejandro Algara y Pedro Vargas, a quienes se considera “sus cantantes oficiales”.

 

Aunque “Imposible” es considerada su primera obra y el primer bolero melódico, desde 1926 está registrado el tema “La prisionera”, que se conocería tres años después al igual que la antes mencionada.

 

A Lara se le reconoce la autoría de más de 700 temas, entre los más conocidos: “Amor de mis amores”, “Farolito”, “Aventurera” y “Arráncame la vida”, así como la opereta “El pájaro de oro”.

 

Se inspira y dedica “Silverio” al torero Silverio Pérez, llamado “El Faraón de Texcoco”; “Solamente una vez” al actor mexicano José Mojica convertido en fray José Francisco de Guadalupe; “María bonita” a su gran amor, María Félix; “Lamento jarocho”, a la gran intérprete veracruzana Toña La Negra.

 

Aficionado a la fiesta brava, sobresalen también sus más de 30 canciones de corte hispano como “Madrid”, “Murcia”, “Sevilla”, “Toledo”, “Navarra” y “Suite española”, entre muchas otras y por las cuales en 1966 el dictador Francisco Franco lo nombra “ciudadano honorario de España”. También crea varias canciones en francés, entre ellas “Rosa de Francia”.

 

Valses, boleros, tangos, jazz, fox-trot, pasodobles, sones cubanos, danzones, huapangos, guarachas, guajiras, chotis, jotas, bambas, temas líricos, románticos y hasta cursis, ninguno guarda secretos para el prolífico compositor.

 

Además, musicaliza la primera película sonora mexicana, “Santa”, de 1931, y actúa en otras 30, entre ellas “Novillero”, “Pecadora”, “La mujer que yo amé”, “La faraona” y “Pepe”.

 

En su momento de más reconocimiento tiene contacto con artistas como el estadunidense Frank Sinatra y la francesa Edith Piaf, así como con el presidente galo Charles de Gaulle.

 

Agustín Lara estuvo relacionado con muchas mujeres, entre ellas Esther Rivas Elorriaga, con quien se casa a los 20 años; Angelina Bruschetta Carral, en 1929; la colombiana Carmen “La Chata” Zozaya, a la que desposa en 1939; la veracruzana Yolanda “Gigi” Santacruz Gasca, en 1953, y Clara Martínez en 1949.

 

Raquel Díaz de León, Elvia Mendoza, Irma Palencia, María Tivas forman parte de sus andanzas, además de Vianey Lárraga a cuyo hijo adoptó y dio su nombre, así como Rocío Durán con quien se casó en España en 1964 y cuyo enlace es declarado nulo.

 

Pero su gran amor es la actriz María Félix, “La Doña”, con quien contrae matrimonio en 1945 y a quien le escribe varios temas, entre los cuales destacan “María bonita”, “Aquel amor” y “Noches de ronda”. Tres años después ya se habían divorciado, luego de varias escenas de celos, trifulcas y hasta el rumor de un intento de asesinato.

 

Su fama cruza fronteras y realiza exitosas giras por Norte y Sudamérica, El Caribe, además de naciones europeas como España y Francia.

 

Es socio fundador de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), que le nombra presidente honorario vitalicio y, de manera póstuma, en 2015 le otorga el Reconocimiento Póstumo Juventino Rosas.

 

En 1967, anuncia su retiro del ambiente musical, la salud mermada le lleva a sufrir una caída en la que se fractura el fémur; tiene insuficiencia respiratoria y un infarto le provoca la muerte el 6 de noviembre de 1970, mientras está internado en el Hospital Inglés.

 

El país le rinde honores. Su cuerpo es velado en el Teatro de la SACM y luego es trasladado al Palacio de Bellas Artes, a donde acudieron personalidades de todos los sectores de la sociedad, decenas de personas y un grupo de organilleros acompaña su cortejo fúnebre mientras toca sus obras.

 

Por instrucciones del presidente Gustavo Díaz Ordaz, sus restos descansan junto a los del autor y el compositor del Himno Nacional mexicano en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón de Dolores, localizado en el poniente de la Ciudad de México.

 

Cantantes de talla internacional como los tenores españoles Plácido Domingo, José Carreras y Luis Mariano, los italianos Luciano Pavarotti y Andrea Bocelli, el peruano Juan Diego Florez, los mexicanos Fernando de la Mora y Francisco Araiza, además del trío Los Panchos y los cantantes Javier Solís y Vicente Fernández llevan sus letras y música a todo el mundo.

 

fahl