Por fuera, la casa de la familia Linares, ubicada en el barrio de La Merced, delegación Cuauhtémoc, parece una más, pero apenas se entreabre la puerta emerge un olor a harina y agua, una mezcla que es preparada cada mañana en un cuarto donde Felipe tiene un taller de cartonería que le fue heredado por su padre, Pedro Linares, a quien su hijo le atribuye la invención de los alebrijes.

 

En esa habitación, de cinco metros cuadrados, se han elaborado máscaras, piñatas, gorros para fiesta, payasos, Judas, calaveras, tumbas, cajas de muerto, diablos y alebrijes, los cuales son exhibidos en museos de México y Europa, señaló Felipe, quien mueve las manos para embarrar de engrudo un cráneo que le encargó un cliente.

 

Cuando era chico (1936) mi padre se enfermó de úlcera gástrica; se puso muy grave, hasta perdió el sentido, parecía que se iba a morir, pero gracias a Dios se recuperó y nos contó que en esos días tuvo un sueño en el que se le aparecieron en el firmamento unas criaturas que parecían monstruos y cantaban ‘alebrijes, alebrijes’. Algunos tenían alas, escamas, espinas y cabezas de chango, mientras que otros parecían ranas, pero con cuernos, luego agarró cartón, las armó y pintó”, relató.

 

Foto: Schatzye Chiñas/FES Aragón UNAM

 

Luego de la primera creación, de 80 centímetros de alto, Linares siguió con las ventas habituales hasta que un día, sin esperar nada de la figura, pues la consideraba “fea”, Eduardo Pareyón, entonces director del Museo de Artes Populares, llegó a su taller y al verla quedó atónito porque, relató Felipe, “nunca había visto nada igual”.

 

La obra de su padre, dijo, también llamó la atención de Frida Kahlo y Diego Rivera. Y la aceptación de las piezas como elemento tradicional de la cultura mexicana creció después de que la cineasta Judith Bronowski produjera, en 1975, un documental llamado Pedro Linares: artesano de cartón.

 

Este mexicano recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1990, por su trayectoria y creación. En la actualidad, sus hijos y nietos, así como miles de cartoneros más, continúan con su legado. Y a partir de 2007, el Museo de Arte Popular de la CDMX realiza el Desfile de alebrijes monumentales, el cual se ha convertido en un preludio de las fiestas de Día de Muertos.

 

Así, las creaciones de Felipe lo mismo toman dicho recinto cultural que Paseo de la Reforma, como ocurrió el sábado pasado con la pieza Dragocobra.

 

 

 

*edición impresa 24 Horas

 

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