NOTIMEX  

El “modelo mexicano” para la recuperación de las víctimas de trata de personas, que incluye la entrega de casas y educación de las mujeres liberadas, captó hoy la atención en una jornada de trabajo sobre el tráfico humano convocado por el Vaticano.

 

En entrevista con Notimex, Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales de la Santa Sede, calificó como “espléndida” la coordinación de algunas organizaciones sociales con autoridades de diversos estados de la República Mexicana.

 

“Este modelo mexicano tiene todo un protocolo, parte del cual es la aceptación pública del problema y la reinserción de las víctimas”, indicó.

 

“Esto se ha hecho con mucha inteligencia, fundamentalmente dándoles educación, la posibilidad de que tengan un título, de defenderse en la vida con autonomía, y ha conseguido además la ayuda del Estado, hay gobernadores que les han dado apartamentos y otras cosas”, añadió.

 

Destacó el trabajo de Rosy Orozco, presidenta de la Comisión Unidos Contra la Trata, quien expuso sobre la experiencia mexicana en el foro “Asistiendo a las víctimas de tráfico humano. Mejores prácticas para la reinserción, la asistencia legal y la compensación”.

 

El encuentro fue convocado estos días por la academia vaticana junto con la Alianza Global para la Asistencia Legal y la Fundación Tronie. Junto al mexicano, los asistentes analizaron otros modelos de ayuda a las víctimas que van en la misma dirección, “pero debemos profundizarlos”, precisó Sánchez Sorondo.

 

“El modelo mexicano tendría que ser exportable, el problema es que en México se dan algunas facilidades que no están en Inglaterra porque en el mundo anglosajón la educación cuesta muchísimo, el Estado debe poner la educación”, señaló.

 

Francia, por suerte, ya tiene la ley nórdica que penaliza por primera vez no sólo a los traficantes sino también a los consumidores, que son los que crean el mercado. En tantos años recién ahora se les ocurrió esto, antes siempre se sancionaba a las víctimas”, siguió.

 

Consideró fundamental que las organizaciones de la sociedad civil se involucren en la reinserción social de las víctimas, porque si bien muchas congregaciones religiosas se dedican al salvataje con ayuda espiritual, psicológica y médica, no logran dar un seguimiento a su ayuda.

 

El encuentro estableció la extensión del tráfico humano gracias al aporte de personas que han trabajado con las víctimas alrededor del mundo.

 

Insistió que en México los esfuerzos se dirigen a una solución práctica que comienza porque la persona reconozca la tragedia que ha vivido al ser traicionada por la propia familia, por quienes deberían darle afecto o por el novio que le ofrece casarse.

 

Esa traición, explicó el prelado, “es peor que la muerte” porque somete, sobre todo a las mujeres, no sólo a una violencia física sino también a una violencia psicológica. Por eso, abundó, los Papas han dicho que es un “crimen de lesa humanidad” ligado a la prostitución, al trabajo esclavo y al tráfico de órganos.

 

“Es muy importante, contra la opinión del mundo anglosajón, el declarar que éste es un crimen contra la humanidad porque si se da ésto primero es un delito que no tiene prescripción y, segundo, el Estado se tiene que hacer cargo como obligación”, subrayó.

 

Reconoció que éste es el punto más delicado porque no todos los estados están dispuestos a aportar para la recuperación de las víctimas, cómo sí ha ocurrido en algunas zonas de México. Sostuvo que poco a poco se va tomando conciencia del problema y se proponen soluciones.

 

Como conclusión del congreso vaticano se firmó una declaratoria final con una serie de recomendaciones muy puntuales a manera de “pacto con las víctimas”. El documento propone ponerlas a ellas como centro del proceso de sanación.

 

Entre otras cosas insta a las parroquias católicas a pasar de ser “comunidades pasivas” a “comunidades activas” para acoger y brindar ayuda.

 

“Ante el crecimiento del fenómeno y la indignación que produce ver el sufrimiento de las víctimas, nosotros queremos una revolución, como piden los Papas. No sólo el Papa Benedicto, quien dijo que es un crimen contra la humanidad, el Papa Francisco cada vez que puede lo dice”, subrayó Sánchez Sorondo.

 

ERM