No hay en México un político que haya tenido más exposición, en términos de spots televisivos, que Andrés Manuel López Obrador. Son años de utilizar los tiempos oficiales, asignados a los partidos políticos registrados, para promocionar su imagen bajo la bandera de presidente de Morena. Como mucha gente lo identifica, y con el antecedente de haber competido en dos elecciones presidenciales, pareciera que la campaña del tabasqueño ha durado una eternidad.

 

Hace algunos días, AMLO promovió una denuncia ante el INE en contra de Miguel Ángel Mancera por actos anticipados de campaña, después de aparecer en un programa de televisión llamado Diálogos Galileos, que encabeza Fernando Belaunzarán y que lleva el nombre de un grupo político perredista contrario al lopezobradorismo. El todavía jefe de Gobierno habló sobre los trabajos de reconstrucción en la Ciudad de México tras el 19-S. Cabe mencionar que Mancera ha aprovechado la coyuntura postsismo y, casi a diario, ofrece una conferencia ante medios de comunicación para “actualizar el balance” de las labores de recuperación. López Obrador no vio con buenos ojos el tiempo que Mancera apareció a cuadro en el programa de Los Galileos e interpuso la queja ante la autoridad electoral. Tengo entendido que Belaunzarán enviará una invitación para que el ex candidato presidencial aparezca en dicho espacio. Siempre reacio a aceptar invitaciones en espacios en los que no juega de local, habrá que esperar, a ver qué dice.

 

Lo cierto es que, fiel a su costumbre, AMLO ve la paja en el ojo ajeno. Critica actos anticipados de campaña cuando él ha puesto la muestra. Suma a su equipo y, con un cariz mesiánico, “perdona” a personajes que él mismo ha denostado en el pasado. Respeta y alaba a las instituciones cuando lo considera favorable, pero las “manda al diablo” cuando no actúan en su favor. Critica las reformas que se aprueban, pero esconde la cabeza cuando son promulgadas. Levanta la voz ante ciertos abusos del poder, pero calla cuando la situación podría estallarle en las manos. Es la incongruencia el talón de Aquiles de Andrés Manuel.

 

A unos meses de la elección presidencial, e incluso ante la popularidad que el líder de Morena ha cosechado gracias al rechazo de la opinión pública ante el gobierno actual, la incongruencia podría traducirse en demagogia. Contrario a lo que se podría pensar, la posición de López Obrador ante distintos temas, y su falta de transparencia, podría costarle puntos. Sus estrategas políticos tienen un trabajo monumental. De entrada, convencerlo de que no es dueño de la verdad absoluta, tal como sus seguidores le han hecho creer.

 

 

Descentralización

Muestra de la demagogia es la propuesta lopezobradoriana de trasladar las Secretarías de Estado a diferentes estados del país, con el fin de descentralizar el aparato gubernamental. Sin embargo, AMLO no ha respondido algunas preguntas clave: ¿cuánto costará la mudanza de miles de trabajadores de diversas dependencias a otras ciudades del país?, ¿de sus familias?, ¿en dónde van a vivir?, ¿estarán dispuestos a mudarse? No sólo se trata de prometer por prometer. Eso ya no alcanza. Eso quedó en el pasado.