Este mediodía vamos a conocer la última decisión de política monetaria en la que esté involucrado Agustín Carstens como parte de la junta de gobierno en su calidad de gobernador del Banco de México.

 

Será una decisión-despedida que, de acuerdo a las expectativas del mercado, deberá incluir una tasa de interés sin cambio en 7%.

 

Deberá también el breve comunicado indicar cuáles son los riesgos que le notan a la inflación en los últimos meses de este año.

 

Ya será materia de análisis de las minutas de la reunión de hoy saber si hubo alguna manifestación emotiva de despedida a Agustín y también corresponderá a ese detalle anónimo de lo que dicen en la junta de gobierno conocer a qué le dan más peso dentro de los riesgos.

 

De entrada, claro, la decisión de política monetaria en Estados Unidos por parte de la Reserva Federal (Fed) que habrá de tomar este mismo mes.

 

Si sube la tasa de interés, como todo parece indicar, debería haber una reacción en el mismo sentido en México. Esto es parte de lo que se podría leer en las minutas.

 

Pero también se pueden encontrar indicios de preocupación por parte de los que se quedan sobre los efectos que una reforma fiscal en Estados Unidos podría traer para la economía mexicana.

 

No es su tema, pero podrían opinar sobre la conveniencia de un urgente cambio fiscal en México en respuesta al plan Trump para bajar impuestos.

 

Podría haber también algún guiño, alguna indiscreción, algo que se le vaya a los sensores de la minuta para anticipar preferencias respecto a quien podría ser el próximo gobernador del Banco Central.

 

Algo que ya debería anticipar el Banco Central desde ahora es el impacto que tendrá en la inflación y en la política monetaria el proceso electoral actual.

 

No es broma, las elecciones presionan la inflación por la cantidad de dinero que los partidos políticos ponen a circular para ganar adeptos.

 

La mejor manera de evitar la fiscalización electoral y de la autoridad tributaria es pulverizar recursos en efectivo entre los votantes potenciales. Eso se recarga especialmente en las semanas previas al día de la votación.

 

El flujo de efectivo se eleva de manera significativa, y eso puede provocar aumentos en determinados precios y en ciertas regiones. Eso ya debe ser tema hoy para el Banco Central.

 

En fin, que la penúltima decisión de política monetaria del Banco Central mexicano tendrá ese toque nostálgico de ser la última de Agustín Carstens, pero también tendrá su dosis de incertidumbre por estar tan cerca del día de la partida de este financiero y no tener siquiera un nominado presidencial para el puesto.

 

Es cierto que mientras no llegue al poder quien las mande al diablo, las instituciones funcionan y el Banxico puede operar con relativa normalidad, incluso después de que haya partido Agustín.

 

Pero de lo que se trata es de llegar al clímax de estos tiempos electorales con la menor cantidad de pendientes y la designación del sucesor de Carstens es uno de los que más pesan en los mercados financieros por ahora.