Los tiempos políticos estarán entrando en una fase más decisiva que podrían contaminar el desarrollo de la economía mexicana y de los propios mercados financieros. Hoy escuchamos ya entre inversionistas y parte de la sociedad que la incertidumbre sobre el desarrollo de aquí a las elecciones en junio de 2018 veremos gran volatilidad, pérdida en el tipo de cambio, una disociación en relación a lo que vive la economía de Estados Unidos y el crecimiento en ascenso con una gran expectativa de lo que será la reforma fiscal una vez que se implemente.
Desde nuestro punto de vista es “normal” ese pensamiento y sentimiento. La economía mexicana se ha venido moderando y los tiempos políticos están llegando al punto en donde los partidos y coaliciones difundirán avances en sus procesos para conocer a los precandidatos.
Cada día se incrementa la posibilidad de que el gobierno y el PRI anuncien a precandidatos. La salida de Agustín Carstens y la necesidad de nombrar al futuro gobernador del Banxico presionan los tiempos políticos para el gobierno por el momento que vive José Antonio Meade. Se podrá ir al Banxico o se va directamente como precandidato a la Presidencia. En lo particular, insisto, el futuro Presidente debe ser un gran administrador ante los riesgos de una desaceleración de las economías mundiales en los próximos años, la incertidumbre acerca del futuro del TLCAN y sus efectos sobre las inversiones y estatus de las empresas extranjeras en México, los riesgos geopolíticos, así como contar con un equipo altamente competitivo en materia de inseguridad y desarrollo social.
Hoy, estamos viendo que la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) camina muy lento, los temas relevantes siguen estancados y genera incertidumbre sobre la confianza y las inversiones futuras.
¿Qué pasará con las inversiones que deberían estar llegando al país si la reforma fiscal de Estados Unidos se aprueba por el Senado en las próximas semanas y se ajusta la tasa de impuestos a empresas y una repatriación de capitales que convendrá a muchas empresas americanas para el retorno de dinero hacia nuevas inversiones o mayores pagos de dividendos?
Políticamente, ¿el gobierno no podría hacer nada por el momento ante los tiempos políticos marcados por el riesgo que podría enfrentar el gobierno de considerar o tomar medidas que vayan en contra de la sociedad o se vendan de esa forma?
Es por ello que el FMI redujo la semana pasada las estimaciones de crecimiento para la economía mexicana a 1.9% en 2018, teniendo como dos eventos relevantes el desarrollo del TLCAN y las propias elecciones de 2018.
No obstante, consideramos que quienes estamos analizando y opinando sobre el desempeño de los mercados financieros en México tenemos que ser fríos y lo más objetivos posibles:
La Bolsa en México ha venido perdiendo terreno desde julio pasado. La expectativa de reportes trimestrales con bases comparativas más difíciles del tercer y cuarto trimestres del año le quitan “atractivo”, por el momento, sin que ello genere resultados necesariamente “negativos”. Las empresas vienen consolidándose, siendo más eficientes y tratando de ser más rentables.
En las últimas dos elecciones presidenciales, el rendimiento de los mercados fueron positivos en esos años. Con el tipo de cambio, hubo meses de presión y al final lograron recuperar espacios y con ello la estabilidad en las tasas de interés.
El mayor riesgo que vemos sería el de un cambio de modelo económico, que no necesariamente pudiera ser malo de inicio, pero entraríamos a una fase, ahí sí, de una alta incertidumbre inicial.
Por ello es importante entrar en un proceso de reflexión y análisis de los pros y contras que podría enfrentar la economía, el entorno internacional y los efectos que pudieran darse en los mercados. Lo único que no es recomendable sería actuar únicamente por sentimiento, porque normalmente falla.