Dos temas fundamentales traen en jaque al país y a todos los ciudadanos; el primero de ellos es la inseguridad y el segundo es la gran corrupción que permea en Gobiernos municipales, estatales y a nivel federal.

 

Hace cinco años, el presidente Enrique Peña Nieto prometió un combate frontal contra la inseguridad que tenía el país, y uno de sus principales ejes de su campaña también fue un ataque contra la corrupción.

 

Cinco años después, estos temas no han sido resueltos, e incluso 2017 puede considerarse desde ya el año más violento de la historia y en cuanto al tema de corrupción, sí se realizaron diversas reformas, pero todas ellas aún están sin ejecutarse.

 

Ayer el ya precandidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, habló de ambos temas, pero lo que sorprendió es que sólo los mencionó de pasada. Por ejemplo, durante su discurso, que duró poco más de 29 minutos, sólo mencionó en una ocasión la palabra corrupción.

 

Quizás no quiso ser agresivo ante los priistas que lo escuchaban, pero del tema sólo mencionó que “habrá un combate frontal y definitivo a la corrupción. Ni un solo peso al margen de la ley. Ningún privilegio más que el de ser mexicano”.

 

Pero no dio detalle de ¿cómo lo hará? Ni de qué proyecto tiene en el combate a la corrupción o quizás para el precandidato no es un tema toral en su discurso. Pero lo cierto es que si quiere ganar más votos que el de los priistas, tendrá que explicar qué es para él el tema de “combate frontal”.

 

En el tema de seguridad y justicia, la cosa fue muy similar; Meade señaló que “necesitamos seguridad y justicia, porque la seguridad y la justicia no pueden depender de dónde se nace, en dónde se vive, ni de cuánto se gana”, situación que seguro lo saben bien quienes hemos o han sido víctimas de la delincuencia.

 

En cuanto al tema de justicia, sólo hizo una breve referencia y no tomó en cuenta los cuellos de botella que sufre en su operación el Nuevo Sistema de Justicia Penal.

 

Por cierto, la semana pasada se realizó el IX Foro Nacional sobre Seguridad y Justicia, y en él, tristemente nos dimos cuenta que tras año y medio de aplicarse el nuevo sistema, éste se encuentra en una crisis.

 

Por ejemplo, se dijo que pese a los cambios, hoy día existen muchos problemas para tramitar las denuncias. Las procuradurías no tienen la capacidad y el personal para recibir adecuadamente las denuncias y tramitarlas rápidamente.

 

Por otro lado, se expuso que gran parte de la sociedad no conoce el Sistema de Justicia, incluyendo a muchos gobernantes. Por lo tanto, no entiende por qué las personas están en libertad cuando son denunciadas.

 

De tal suerte, nueve años y medio después de que se propusiera este nuevo sistema de justicia y que se capacitara a personal de las procuradurías y las Policías, hoy nos damos cuenta de que no tienen capacidades de investigación que les permitan resolver casos, sobre todo de alto impacto.

 

Meade tiene mucho trabajo por delante, y más si tiene en mente proponernos un plan que ayude a resolver estos problemas, pues al menos en 2018 existen pocas posibilidades de que se legisle sobre las fiscalías autónomas para que logren operar adecuadamente.