Dice la historia que muchos inventos que han cambiado la vida de la humanidad no fueron tomados en serio en sus inicios y se pensó que eran, en todo caso, modas pasajeras. Eso le ocurrió al teléfono o a la televisión.
En medio de la cuarta revolución industrial, todavía hay dudas de los alcances que podrán tener la digitalización y la virtualidad en la vida cotidiana.
Hoy, la vida en línea le ha costado la vida como la conocíamos a los medios electrónicos de comunicación y está en un proceso de rápida extinción del comercio como lo hemos concebido.
En México se siguen multiplicando los centros comerciales, porque juegan un papel de puntos de reunión social, se ha vuelto una costumbre pasear entre las tiendas, aunque no se compre nada. Claro que se mantienen vivos porque mucha gente sigue abasteciéndose en estos sitios.
Pero en muchos puntos de Estados Unidos están extinguiéndose los centros comerciales ante la facilidad de la compra en línea desde algo tan portable como un smartphone.
Los formatos digitales de finales del siglo pasado para adquirir un disco o una película son anecdóticos ante la facilidad de bajar en línea cualquier contenido. En fin.
El mundo financiero no es indiferente ante este cambio. Las chequeras son de museo ante las transferencias instantáneas y el papel moneda tenderá a dejar su sitio de instrumento de intercambio ante las monedas digitales.
Es aquí donde hay que ubicar muy bien dónde estamos parados con fenómenos como el Bitcoin y otras llamadas criptomonedas. De entrada, estos activos digitales todavía no se ganan el mote de monedas porque no son realmente instrumentos de intercambio y su valor no posee ningún respaldo institucional.
Son algo más parecido a un commodity que determina su valor en un frenético mercado de oferta y demanda que no son ningún fraude piramidal, pero tampoco están exentas de una burbuja de precios como el que viven actualmente, en especial el Bitcoin.
Hoy todos quieren estar en el Bitcoin, porque las historias que se cuentan son de dinero fácil, de ganancias espectaculares que han hecho millonarios a muchas personas. Todas ciertas. Pero tampoco hay tantas canicas para tantos participantes.
Lo que hoy vemos en mercados como el de Estados Unidos es un fenómeno muy similar a lo que pasó con las bolsas a mediados de los años 80. Se veía un mercado de dinero fácil al que todos querían entrarle, así tuvieran que vender la casa y el coche.
Hoy, al menos en Estados Unidos la gente empieza a hipotecar sus casas y a dejar de gastar en lo cotidiano para comprar un pedacito de Bitcoin a través de intermediarios mal regulados que podrían tomarlo todo y correr.
Estamos en una burbuja del Bitcoin y va a reventar, no tengo muchas dudas de eso. Sin embargo, considero que el futuro del mundo estará en el dinero virtual en la medida en que realmente cuente con respaldo y tengamos acceso a él para comprar. Hoy no ocurre.
Sin satanizar al Bitcoin, hoy es un momento peligroso para acercarse a él; si lo tiene claro, ¡suerte!