WASHINGTON, DC.– Este 20 de diciembre, Donald Trump llega a sus primeros 11 meses como el Presidente número 45 de Estados Unidos, sin cumplir su promesa de que “los norteamericanos ganarían hasta el cansancio”.
La gestión que inició el 20 de enero de 2017 frente a una multitud más fría e inferior a la que aplaudió la histórica toma de posesión de su antecesor Barack Obama, a quien por más que se esfuerza, no logra igualar en carisma, conocimiento, popularidad y capacidad de liderazgo.
“El primer año de su controversial Presidencia ha sido nada menos que una enorme herida autoinfringida”, considera Elaine Karmack, experta en sistemas electorales, innovación y reformas de gobierno de EU y la OCDE.
Destaca que “su impulsividad lo ha llevado a incurrir en varios errores este primer año: primero Trump se confrontó con la prensa reclamando el número de asistentes a la toma de posesión, luego atacó a las agencias de Inteligencia en un discurso en la CIA, generó caos, confusión e incertidumbre en los aeropuertos de EU con su orden de bloquear la entrada de viajeros de 9 naciones musulmanas a EU”, dice el analista Matthew Continetti.
Además removió a James Comey, de la dirección del FBI, en el intento de obstruir la investigación sobre la injerencia rusa en la Elección Presidencial, con lo que se determinó el nombramiento de Robert Mueller, como Fiscal Especial.
Nuevo y sin experiencia previa en gobierno o fuerzas armadas, la apatía de Trump, su arrogancia y desafío a las instituciones lo llevó también a adoptar otras medidas que causaron división y confrontación, mientras grupos minoritarios fueron marginados de todos los niveles de gobierno, con escasas excepciones.
A lo largo de 11 meses, Trump inventó y difundió cerca de 4 mil mentiras innecesarias, a través de su cuenta de Twitter, para auto-elogiarse, para atacar a senadores, periodistas, críticos, congresistas, a las 16 mujeres que le acusan de asalto sexual y demandan justicia; al líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, a Irán o a la Primera Ministra Británica, Theresa May, o Angela Merkel, Canciller Alemana, mientras externó su apoyo y admiración a Vladimir Putin y movimientos Neo-Nazis y anti-musulmanes, difundiendo sus videos.
Mediante casi 50 órdenes ejecutivas, Trump suspendió servicios para la salud de mujeres, terminó programas de inmigrantes como DACA para hijos de indocumentados y el TPS para Centroamericanos y Haitianos, cortó apoyos para educación, buscó revertir oportunidades para que homosexuales sirvieran en las Fuerzas Armadas, lo que no consiguió y al cabo de 5 intentos, logró implementar una prohibición de ingreso de viajeros de naciones musulmanas, mientras intensificó redadas y deportaciones de inmigrantes indocumentados.
En el marco internacional, borró la imagen construida por décadas, de una superpotencia promotora de la paz, la democracia, respeto a los derechos humanos, desarme nuclear con apoyo de aliados de la OTAN y la ONU, para cambiarla por la confrontación con aliados tradicionales de EU como Gran Bretaña, Alemania o Canadá, externando admiración y buscando mayor acercamiento con Rusia, quien interfirió claramente en favor de su elección.
“Lejos de articular su visión sobre el rol de Estados Unidos en el mundo o cuando menos de las regiones que ha visitado, el presidente Trump se ha enfocado más en hablar de prosperidad, lucha contra el terrorismo o amenaza del régimen de Irán” dice Tamara Cofman Wittes, Analista del Centro de Política para Medio Oriente.
Trump deshizo tratados comerciales y en casos como el TLCAN, forzó a una renegociación en la que presionará hasta el máximo con el objetivo de eliminar el déficit comercial con México.
La analista considera que “es hasta los últimos meses, los profesionales en Seguridad Nacional de la administración Trump (conocidos como “los adultos” de la Casa Blanca) transforman la colección de impulsos y prejuicios de Trump bajo el paraguas de America First o America Primero, en una verdadera estrategia de política externa, para lidiar con desafíos como Corea del Norte, Medio Oriente e Irán.
Aunque Donald Trump intimida, humilla y manipula al liderazgo republicano del Congreso, legisladores, pueblo y gobiernos de naciones aliadas ahora reaccionan con cautela ante declaraciones descabelladas e incendiarias de Trump, quien no ha logrado cambiar la política a su antojo, gracias a leyes que lo impiden.
“A pesar de su caótico estilo de gobernar, sus twits bizarros, la forma en que parece disfrutar insultando a sus enemigos o rompiendo impunemente normas y reglas de la democracia Americana, como pisotear la Libertad de Prensa con ataques injustificados a los medios de comunicación o agrediendo verbalmente a las cortes federales cuando rechazan sus propuestas anticonstitucionales, Trump no ha podido convertirse en el dictador que le gustaría”, dice Elaine Karmack.
La prensa no le teme, ni las cortes, prominentes legisladores republicanos han destacado y criticado sus errores y con la Constitución en la mano luchan por tenerlo bajo control, mientras que integrantes responsables de su gabinete simplemente lo ignoran y mantienen el curso de la política tradicional de este país.
Afianzan cooperación con Vladimir Putin
La Casa Blanca confirmó ayer que el presidente Donald Trump y su homólogo de Rusia, Vladimir Putin, mantuvieron una conversación telefónica en la que el líder ruso agradeció al multimillonario la colaboración de la CIA para evitar un ataque terrorista en San Petesburgo. El Gobierno ruso ya había informado previamente de dicho contacto.
El Gobierno estadounidense detalló que, con base en la información proporcionada por EU, las autoridades rusas pudieron capturar a los terroristas que se proponía perpetrar un atentado suicida en la catedral de Kazán.
Por otra parte, también ayer, Trump fue cuestionado la el trabajo del fiscal del Rusiagate, Robert Mueller, y aseguró que no piensa despedirlo, no obstante, indicó estar molesto por la supuesta obtención irregular de correos electrónicos de su equipo de transición por parte del equipo del fiscal, algo que niegan los investigadores.
De todas formas, el magnate dijo estar seguro de que no encontrarán en ellos prueba alguna que determine si su campaña se coordinó con el Kremlin para influir en los resultados electorales de 2016.
con información de Agencias
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