Se puede tomar como diversión, hacer algunas bromas, entrar a la cascada de memes, reír un rato y luego esperar a que venga una repercusión. Las escenas que se vieron en las 500 Millas de Karting en Brasil son denigrantes para el automovilismo.

 

Dos pilotos brasileños, punteros en la carrera luchan por alcanzar al primer lugar, chocan y se viene un ataque a golpes que termina con intento de estrangulación y policías interviniendo para dar fin a la violencia.

 

¿A dónde hemos llegado? A un punto donde puede haber pilotos bien preparados física y técnicamente en cualquier parte del mundo, pero que no son capaces mentalmente de dominar las emociones de un deporte de alto riesgo y casi siempre, de contacto.

 

Esto no quiere decir, por fortuna, que las lamentables escenas en Brasil sean moneda corriente en eventos locales o internacionales, pero sí se trata de una luz de alerta a tiempo para que las autoridades tomen en cuenta algunos posicionamientos.

 

Como por ejemplo, el otorgamiento de licencias deportivas en categorías internacionales y de potencias superiores. Es inevitable pensar que los protagonistas de esta terrible situación son profesionales matriculados por alguna autoridad local, pero, dentro de sus pruebas de aptitud deportiva ¿existió algún control psicológico? El evento internacional, ¿Merece cargar con la mala imagen que han ofrecido esos pilotos?

 

Otro punto a considerar. ¿Es suficiente sancionar la clasificación de esa carrera? El castigo a una conducta violenta en un terreno deportivo internacional ¿puede quedarse solamente en una sanción local?

 

Desde una perspectiva radical, habría que hacer intervenir a las más altas autoridades para que, a través del país sede y el organizador, Felipe Massa, se ejecute un castigo contundente que marque las normas de comportamiento, sobre todo en una pista de karting.

 

Probablemente muchos reaccionen, después de leer estas líneas, con una opinión contraria porque no es difícil pensar que se trata de una exageración, para qué  buscar sanciones drásticas en una pelea que, desgraciadamente, para algunos pasaría como algo común.

 

Pues se trata de eso. De marcar una tendencia, y de avisas a quienes regulan, organizan y compiten que es inadmisible entregar un ejemplo de esa índole a las nuevas generaciones de kartistas.

 

La seguridad en las pistas se ha convertido en una cruzada de la Federación Internacional que ha brindado sorprendentes resultados en las pistas y en las calles. Uno de sus puntos cumbre es la velocísima instauración del dispositivo Halo para protección de la cabeza de los pilotos.

 

Y aunque a nadie le gusta es imperativo entender que de aquí en adelante será Halo o palo, aunque sea en un automovilismo que disfruta de las mejores medidas de protección jamás imaginadas en la historia.

 

Para los violentos que dejan ejemplo a las futuras generaciones, ¿sólo una mala tarde?