Transcurrió más de medio siglo desde la ejecución del célebre guerrillero cubano-argentino en Bolivia. En muy poco tiempo, El Che Guevara pasó de símbolo revolucionario a estampa comercial más reproducida en el mundo y un auténtico ícono pop.

Muchos de los que hoy compran camisetas, gorras o llaveros con su archifamosa imagen, inmortalizada en 1960 por Alberto Korda, no tienen ni idea quién fue el tan mistificado personaje, elevado a veces al estatus del Jesucristo de nuestros tiempos.

Lo cierto es que El Che sigue poniendo las pasiones al rojo vivo y tiene tantos defensores como enemigos. Para unos representa la lucha marxista o el combate contra el imperialismo; según otros, se trata de un individuo sangriento y un asesino sin piedad. Cientos de colectivos, como los homosexuales o los pueblos indígenas, lo convirtieron en su propia bandera, el emblema de la lucha por sus derechos.

La tesis de que tras 50 años de su muerte el ex revolucionario no deja indiferente a nadie se confirma en estos días en la capital gala, cuyo ayuntamiento le dedica una amplia exposición bajo el título El Che en París.

La muestra permite conocer al hombre, su ideología, su trayectoria, sus vínculos con Francia, lo que representó en su época, así como el momento y circunstancias en que murió. Hasta aquí ninguna objeción.

Lo que hizo poner el grito en el cielo e incendió las redes sociales fueron las palabras elogiosas que empleó la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, durante la inauguración de dicha muestra. Hidalgo se refirió a Ernesto El Che Guevara como un “ícono militante y romántico”, una “figura de la revolución” al que la capital francesa rinde homenaje. “A descubrir gratuitamente en la Alcaldía capitalina”, tuiteó Hidalgo.

La avalancha de críticas no se hizo esperar. Los conservadores y la extrema derecha enfurecieron, literalmente.

El tesorero del Frente Nacional, Wallerand de Saint Juste, condenó firmemente “una exposición a la gloria del estalinista Che Guevara”, un “carnicero”.

El filósofo Raphaël Enthoven, entre paréntesis padre del hijo mayor de Carla Bruni, no ocultó su indignación por haber envuelto en romanticismo los asesinatos de El Che, ¿qué valen las víctimas al lado de un homenaje a su verdugo?- se pregunta ofuscado Enthoven.

La portavoz del ex candidato presidencial republicano François Fillon, Valéry Boyer, no titubeó en acusar a Hidalgo de participar en apología de crímenes comunistas. El antiguo ministro de Educación, Luc Ferry, se pregunta: “¿Para cuándo un homenaje a Pol Pot, Beria o Mao?”. En el concierto de quejas no podía faltar la voz del partido de Emmanuel Macron, La República en Marcha. Su representante, Jerôme Dubus, recordó a la alcaldesa Anne Hidalgo que París es la capital de los derechos humanos, y le aconsejó que no se equivoque de lucha.

Como podemos ver, medio siglo después de su fallecimiento, El Che está más vivo que nunca. Vaya paradoja: la imagen de un revolucionario comunista ha llegado a utilizarse de manera indiscriminada en nuestro Occidente capitalista, en las sociedades encarnizadamente consumistas donde la estampa del cubano-argentino ya quedó impregnada en la imaginería popular, casi, casi como las latas de sopa Campbell de Andy Warhol.

La polémica está servida.

 

JSMj