París.- La conmemoraciones por el tercer aniversario del atentado yihadista contra el semanario “Charlie Hebdo” organizadas este fin de semana dejan ver las fricciones sociales y políticas sobre la proyección de ese acto y sus consecuencias mientras la revista sigue obligada a vivir en un búnker por la persistencia de las amenazas.
Trabajar en la publicación satírica, que mantiene secreta su dirección por razones de seguridad, es estar “en estado de sitio en pleno París“, contó Fabrice Nicolino, en una entrevista emitida hoy por la emisora “France Info”.
Nicolino, que resultó herido de gravedad en el ataque de los dos terroristas -los hermanos Said y Cherif Kouachi- el 7 de enero de 2015 en el que fueron asesinadas 12 personas, hizo hincapié en que las amenazas no han cesado desde entonces, y en que aunque hay algunas “totalmente delirantes”, otras permiten pensar que “detrás hay gente muy seria que es capaz de pasar al acto”.
Por eso, las medidas de protección en la redacción son draconianas con sucesivas puertas de entrada, coches blindados “omnipresencia de policías” e incluso un espacio “ultra seguro al que hay que precipitarse en caso de alerta”.
Todo eso implica un costo económico que en parte tiene que asumir “Charlie Hebdo” -la policía se ocupa de proteger a las personas, no los bienes- y que el director de la revista, Laurent Sourisseau “Riss”, ha cifrado en 1,5 millones de euros anuales.
Eso significa que los 15 millones de euros de tesorería que se habían guardado con las ventas excepcionales de las ediciones inmediatamente posteriores al atentado habrá desaparecido al cabo de diez años.
Nicolino se esforzó en desmentir los rumores de que los actuales accionistas (‘Riss’ controla el 67 % y el director financiero, Eric Portheault, es el segundo que más pesa en el capital) se habían querido disputar la caja que se hizo en un momento de gran emoción social, el llamado “dinero de los muertos”.
Más allá del distanciamiento entre “Riss” y Portheault -según “BFM Bussiness” se opusieron en una asamblea general el 21 de septiembre pasado- el ataque yihadista generó una oleada de solidaridad masiva en la sociedad francesa en enero de 2015, bajo el lema “Je suis Charlie”, que luego ha dado lugar a varias polémicas.
Polémicas sobre qué grupos de la sociedad francesa estuvieron representados -y, sobre todo, cuáles no- en las manifestaciones organizadas cuatro días después en todo el país para mostrar apoyo a las víctimas y a la libertad de prensa, o sobre el significado que se ha querido dar a ese “Je suis Charlie”.
Esa última cuestión está en el centro de los debates organizados esta tarde por una plataforma constituida por la Primavera Republicana, la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), que defienden la pertinencia de mantener vivo ese lema.
Los organizadores de ese evento, en el que se espera la asistencia de 1.500 personas, consideran que hay que responder “al retorno de las polémicas y de los procesos de intención” que han proliferado y a su parecer cuestionan los valores franceses, y en primer lugar la libertad de expresión, “como si los debates de esa época no hubieran servido a nada, como si no hubiera habido muertos”.
Mañana está programada la conmemoración oficial del tercer aniversario de este atentado, pero también del ataque yihadista contra el supermercado judío Hyper Cacher, en París, en el que el terrorista Amedy Coulibaly asesinó a cuatro personas dos días después.
El presidente francés, Emmanuel Macron, y la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, se desplazarán a los escenarios de las matanzas para hacer un homenaje a las víctimas que sus familias han querido sobrio.
fahl