Era cuestión de tiempo para que Rafael Moreno Valle desistiera de sus afanes presidenciales.
La cargada a favor de Ricardo Anaya no dejó margen de maniobra a nivel federal, pero sí a nivel estatal.
Por eso no resulta coincidencia que apenas unos días después de que la esposa del ex gobernador de Puebla, Martha Erika Alonso, renunciara a la secretaría general del PAN en el estado, Moreno Valle anunciara, sin aspavientos ni enconos, que ya no insistiría en ser candidato presidencial.
Desde que Anaya renunció a la presidencia del PAN se habló de un pacto con Moreno Valle, el único de los cuatro aspirantes –además del queretano- que no se había manifestado públicamente.
El pacto sería el apoyo de Moreno Valle y su grupo a la candidatura presidencial de Anaya a cambio del apoyo del queretano a Erika Alonso para ser gobernadora de Puebla, como seguramente ocurrirá.
No se ve en el escenario del panismo poblano, que controla efectivamente Moreno Valle, quién le pueda competir a su esposa por la candidatura.
La experiencia, sin embargo, ha demostrado que ninguna esposa que ha buscado ocupar la gubernatura que detentó su cónyuge, ha ganado una elección.
Lo que está por verse ahora es si Erika Alonso va sólo con el PAN o el Frente apoyará sus aspiraciones, como lo hizo en su momento con Moreno Valle.
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El fin de semana pasado hubo un agrio debate en las redes por la muerte de la señora Martha Patricia Reyes, simpatizante de Morena.
Militantes del partido de Andrés Manuel López Obrador aseguraron que la señora murió “por los hechos violentos del 3 de enero’’ registrados en la delegación Coyoacán, cuando un grupo de porros y personal de la demarcación política reventaron un mitin de Claudia Sheinbaum.
Los hechos, los datos duros son los siguientes: la señora perdió el conocimiento de forma súbita cuando estaba en el mitin.
Fue llevada en una ambulancia del ERUM al hospital Enrique Cabrera; en el trayecto se le registró una tensión arterial de 210/100; en el hospital se le hizo una tomografía que arrojó que tenía una hemorragia “en territorio de la arteria cerebral media derecha y edema cerebral’’.
Fue llevada al Hospital Balbuena, en donde se le hizo un electroencefalograma y una nueva tomografía craneal contrastada, con la cual se determinó que tenía muerte cerebral.
Finalmente, el viernes pasado murió de un paro cardiaco.
Ésos son los datos duros; cada quien puede sacar sus propias conclusiones, pero no se puede desestimar la información ni la súplica de la hija de la señora fallecida quien pidió, el mismo viernes, “que dejaran de lucrar’’ con la muerte de su mamá.
Juzgue usted.
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Por cierto, si en Coyoacán, los trancazos entre Morena y las huestes del perredista Mauricio Toledo se han puesto de a peso, imagínese cómo se pondrá la batalla por Iztapalapa.
Ya en campaña abierta se encuentra Karen Quiroga, que no es otra que la sobrina de la actual delegada, Dione Anguiano, famosa por sus excesos… verbales.
Sin recato alguno, la delegada utiliza los recursos a su disposición para heredar a su sobrina que, curiosamente, deberá enfrentar las aspiraciones de la ex pareja de Dione, Alfredo Hernández Raigosa, que también quiere el presupuesto, perdón, servir a los habitantes de Iztapalapa.
Y mientras el pleito familiar se atiza, el tercero en discordia, Arturo Santana, diputado federal y vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara, espera que la encuesta perredista que lo ubica con cero negativos le valga para ser el elegido.
¿Será suficiente?