Expertos en propaganda como son los promotores de Andrés Manuel López Obrador se encargaron de tejer la historia de que “el desafuero” fue un abuso del poder político de la mafia del poder para aniquilar las aspiraciones políticas de este representante del pueblo bueno.
¡Vaya que hubo una buena dosis del uso del aparato del Estado para encauzar ese proceso! ¡Vaya que hubo torpeza operativa por parte del gobierno de Vicente Fox!
Pero lo que hay en el fondo de esa historia es un personaje que, desde el poder, la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, mandó al diablo una resolución del Poder Judicial para hacer su voluntad.
La historia del predio el Encino de Santa Fe está diluida a estas alturas, ya es difícil reconocer en la zona aquel terreno expropiado a un particular que recurrió al Poder Judicial para frenar la devastación que hacía el Gobierno del DF en esa tierra para abrir una calle.
Los legítimos propietarios lograron la protección de la justicia a través de un amparo definitivo que fue ratificado por un tribunal colegiado.
Originalmente el predio fue expropiado por Rosario Robles con el pretexto de que harían excelentes vialidades y llevarían el Metro hasta Santa Fe.
Pero fue su sucesor y compañero de partido, Andrés Manuel López Obrador, el que simplemente desconoció las resoluciones judiciales que impedían a las autoridades capitalinas seguir abriendo un hoyo para hacer una calle en ese terreno.
Con todo y amparo, López Obrador ignoró al Poder Judicial en todas sus instancias y siguió con la obra. Al final se concretó la apertura de la calle, y eso permitió que continuara la saturación de Santa Fe.
Hoy ese cruce de Vasco de Quiroga y Salvador Agraz es uno de los entronques más conflictivos de toda la Ciudad de México, y del metro que prometió Rosario Robles, ni hablamos.
El tema es que Andrés López decidió ignorar al Poder Judicial y seguir con sus planes por sus pistolas. Esto abrió la ventana para que se le desaforara ante el Congreso con el fin de que enfrentara la justicia por desacato como dice la ley.
A partir de ahí, sus propagandistas armaron el relato de la plaga bíblica del desafuero.
El uso impecable de las técnicas más probadas de la propaganda permitió que el efecto se revirtiera a favor del desde entonces aspirante a la Presidencia y que lograra un impulso que casi lo lleva a la Presidencia.
Pero ya que es el propio Andrés López el que nos recuerda el episodio del desafuero, ahora que lo hace para ejemplificar lo que le sucede a Ricardo Anaya, es buen momento para recordar que el origen de ese trascendente episodio político de la historia reciente del país parte de su decisión de violar la ley e ignorar la resolución de uno de los tres poderes de la Unión.
Es el recordatorio del estilo de ser de López en el poder: manda al diablo a las instituciones que no les sirven para concretar sus personalísimos planes.
JNO