Todos los días hay problemas que resolver relacionados con el abasto de agua. Tenemos uno de los sistemas de distribución de la mayor complejidad en el mundo: 13 mil kilómetros de tuberías que sufren de fugas que al repararse implican desabasto; 428 pozos y 280 plantas de bombeo, donde cada uno abastece una zona específica y que pueden fallar o requerir mantenimiento; 57 plantas potabilizadoras de altísima complejidad técnica y millones de conexiones de usuarios.

 

La falla de cualquiera de estos elementos del sistema o, bien, la necesidad de su rehabilitación o mantenimiento implica la afectación del servicio en alguna zona de la ciudad. Son causas de fuerza mayor, y que miles de trabajadores del Sistema de Aguas de la Ciudad de México buscan atender y resolver en el menor tiempo posible. Es el trabajo cotidiano.

 

Lo deseable sería contar con un sistema que tenga redundancia, es decir, que se encuentre sobrado para poder absorber los problemas sin que los usuarios se vean afectados. Para alcanzar esta situación será necesario invertir durante décadas conforme a un plan del que hemos realizado ya varias versiones y actualizaciones, y que hasta la fecha no se ha logrado su total financiamiento, ya que implica duplicar los recursos que se canalizan en la materia.

 

Pero el tiempo se agota, y cada vez más resulta evidente y necesario implementar un plan con programa de acciones, indicadores y presupuestos, que se cumplan y ejecuten para poder no sólo mejorar la calidad de los servicios, sino también resolver la sustentabilidad de los mismos.

 

Ante este complejo panorama, resulta totalmente reprobable e inadmisible que algunas personas busquen generar inestabilidad y pretendan afectar la gobernanza mediante un premeditado plan de cierre de válvulas para generar desabasto y el consecuente descontento.

 

Las válvulas se requieren como parte fundamental de una red de distribución para acciones de mantenimiento, regulación y en zonas donde se establecen acciones de tandeo. Estimamos hay, por lo menos, 30 mil cajas de válvulas en toda la ciudad, y sólo personal del Sacmex o de operación hidráulica de las delegaciones está autorizado para acceder a ellas.

 

Cuando individuos ajenos a esta compleja operación se apersonan en un crucero y manipulan una caja de válvulas, el efecto que se produce es el desabasto en el área de una colonia específica. Esta acción origina que las quejas sean inmediatas y los bloqueos o cierres de vialidad se presenten en la vida cotidiana de esta gran ciudad, ahora provocados y promovidos por intereses políticos y la búsqueda de liderazgos. Una afectación severa y una agresión para la ciudadanía, ya que además de las personas que se quedan si abasto, que pueden ser cientos y el cierre de vialidades, llega a afectar a miles.

 

El llamado que hace el Sacmex es que el tema del agua quede fuera de la lucha política, que se entienda el agua como un servicio vital, prioritario e indispensable que no debe politizarse.

 

En paralelo a este llamado, el gobierno de la ciudad ha implementado un plan sin precedentes en materia de vigilancia y supervisión en el acceso a las cajas y el manejo de válvulas. Ahora las videocámaras del C5, los rondines de las patrullas y del personal de las delegaciones y del propio Sacmex están atentos a cualquier acceso no autorizado. La sanción por este delito puede ser grave, ya que de tipificarse como sabotaje, la pena alcanza entre los cinco y 15 años de prisión, y no hay derecho a fianza.

 

En los últimos días ya no se han presentado estas prácticas, y qué bueno que así sea, ya que el tema del agua es complejo y vienen días donde el estiaje y las altas temperaturas incrementan la demanda.

 

Qué bueno que el tema del agua salga de la arena política. El horno no está para bollos.

 

aarl