La ciudad de la vanidad, de la perpetua competencia entre narcisos, de los personajes que se devoran a las personas, donde las estrellas bajan temporalmente al alcance de los mortales sólo para volverse a resguardar tras el letrero de Hollywood.

La ciudad también del talento, de la capacidad para sorprender, del genio para transmitir emociones, de la ilusión, de las historias mejor contadas.

Ciudad, Los Ángeles, sin duda idónea para Zlatan Ibrahimovic: el fichaje perfecto para el Galaxy y para una liga que busca posicionamiento, resonancia, notoriedad internacional.

Tras apostar por leyendas de las que se hablaba casi exclusivamente de su juego (Andrea Pirlo, Steven Gerrard, David Villa, Frank Lampard), la Major League Soccer ha conseguido subir a su barco a un personaje de otra dimensión.

Por la espectacularidad de ver a un virtuoso de casi dos metros de estatura; por el gen ganador que le llevó al atípico récord de acumular hasta ocho ligas seguidas con cinco equipos diferentes, así como 12 de 13 ya con seis distintas instituciones; por la verborragia, desafiante y políticamente incorrecta, que suele acompañarle; por el conflicto que es parte de su discurso competitivo. Aunado a todo lo anterior –o como punto de partida para todo lo anterior– por esa espléndidas condiciones futbolísticas que le convirtieron en el más constante tercero en discordia tras Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Su nombre de pila basta para decir demasiado: Zlatan. Arrogancia y ferocidad, egolatría y sentido del humor, supervivencia y futbol arte. Zlataner, inventaron los franceses como verbo cuando brillaba en el PSG: acto de someter a un rival, de triunfar. Ce soir, on va vous zlataner! (“¡Esta noche los vamos a zlatanar!”), clamó Mick Jagger al presentarse en el Stade de France de Saint Denis.

Historia que es, en parte, la de la nueva Europa: migraciones, crisis de adaptación, reclusión de minorías en guetos no formales, deseos del Estado de bienestar mucho más accesible para el hijo de nativos, reivindicación balón de por medio: desde el club Balkan en el marginal barrio de Rosengard en Malmoe, hasta los equipos más rutilantes del planeta, aunque con una aclaración que le devuelve al origen bravo donde robaba bicicletas y veía con rencor la mansión que se apuró a comprar cuando fue millonario: “Puedes sacar al muchacho de Rosengard, pero no puedes sacar a Rosengard del muchacho”.

Personalidad que siempre me ha recordado a la de Muhammad Ali, con quien el mismo delantero sueco se ha atrevido, por qué no, a compararse. El boxeador abusaba tanto de los auto-halagos que terminaba por reírse de sí mismo. Así, ante la pregunta de si había forma de que se quedara en París, afirmó que por supuesto, que bastaba con que pusieran su estatua sobre la Torre Eiffel.

Gran paso para la Major League Soccer. Con la competencia que le suponen hoy en alcance económico tanto la liga china como las del Golfo Pérsico, Zlatan no se le podía escapar.

Ahora, a asimilar: incorporarán a alguien que acaba por ser mucho más que quien le contrata. Desde que se le presente e incluso antes (al Mánchester United se le adelantó en el anuncio), la agenda la marcará Ibrahimovic y nadie más que él.

Twitter/albertolati

JNO

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