“Somos el auto más lento del paquete medio”. Lapidario, Sergio Pérez da un manotazo sobre la mesa al terminar el Gran Premio de Australia porque la cosa no va bien. Sus rivales crecieron todos y el equipo da la impresión de caminar hacia atrás. ¿Cuánto hay de cierto en eso?

No todo. Es verdad que en la pretemporada y en esta carrera de arranque, la formación de Vijay Mallya quedó muy lejos de las alturas que alcanzó los dos años anteriores, pero no está fuera de su rango histórico.

Es difícil comprender que Force India es un equipo de media tabla hacia abajo, ya que se lograron adaptar muy bien a la competencia en los años anteriores consiguiendo resultados. Pero hoy el tema es diferente, pasa por el presupuesto para desarrollar y por ahí McLaren, Renault y Haas van en un tren express. Alcanzarlos va a estar muy complicado.

La opción queda en dar golpes de precisión, aprovechar lo que hizo Force India desde que era Jordan, y no es otra cosa que arriesgar para sorprender, sólo ahí es donde se vislumbra la eventual mejoría, pero no se trata de terreno desconocido para la escudería porque lo han hecho otras veces.

Por lo pronto, las dos o tres carreras que vienen en el calendario, serán igualmente empedradas, continuarán en un desarrollo lento del VJM11, un auto que, de por sí, nació difícil de domesticar.

Para Checo Pérez, la opción de ganar posiciones gracias a su gran entendimiento del neumático, queda en puntos suspensivos hasta la llegada de las carreras europeas porque el proveedor de neumáticos no dio lo que había prometido.

La teoría que desplegó Pirelli para avivar las expectativas sobre la nueva temporada, no fue nada efectiva en este primer Gran Premio. Al contrario, nos quedamos con una carrera lineal, pocos rebases, estrategias conservadoras, y la duda de cuánto podrá mejorar en las que siguen.

Sin embargo, en Australia ganó un piloto que -en teoría- no podría haberlo hecho fácilmente y así es como las cosas se acomodan mejor. Más aún cuando es el antagonista natural de Hamilton, y si maneja para Ferrari el cuadro está hecho.

Pirelli falló en la promesa de poner en juego llantas muy degradantes que obligaran a hacer más de una parada en los pits. Colocó tres de las cuatro más suaves en competencia y la sorpresa fue que todas rindieron más allá de las 30 vueltas, es decir, casi media carrera. El mundo al revés.

Por unanimidad, lo rescatable del Gran Premio de Australia fue que no ganó Hamilton, como todo mundo apostaba después de su brillantísima calificación con pole position, y cada vez que gana Ferrari así, en condiciones sorpresivas y casi dramáticas, la tribuna se enciende.

El condimento fue la guerra de bromas y declaraciones picantes, cuando Vettel abrió sospechas de que Mercedes le da a Hamilton lo que llamó un ‘Party-Button’ con el que puede hacer vueltas-milagro en calificación.

El campeón respondió en negativo y dijo: “Lo hago sólo para borrarte de la cara esa sonrisa”. Al final, quien rio al último fue el piloto de Ferrari y con ello se declara abierta la guerra entre dos que buscan su quinto título mundial, cosa nada menor. El duelo va a estar bueno.

JNO