Obispos de la frontera norte de México y del Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitieron la declaratoria “Por la dignidad de los migrantes”, dirigida a los mexicanos en territorio nacional y más allá de las fronteras, así como a los presidentes Enrique Peña Nieto y Donald Trump.
En el documento de 11 puntos difundido por la CEM, se destacó que por primera vez en la historia de la Iglesia Católica en México los obispos se dirigen a los habitantes de México y de Estados Unidos y, con gran respeto, a los presidentes de ambos países, con motivo del despliegue de tropas de la Guardia Nacional norteamericana en la frontera que delimita ambos territorios.
Refirieron que la Iglesia Católica no puede pasar de largo esta situación ante el sufrimiento de los migrantes que buscan mejores condiciones de vida al cruzar la frontera para trabajar y contribuir al bien común no sólo de sus familias, sino del país que los recibe.
Las carencias de los mexicanos no pueden ser justificación para promover el antagonismo entre pueblos que están llamados a ser amigos y hermanos, ni es conforme a la dignidad humana y a las mejores razones y argumentos edificar barreras que dividan o implementar acciones que violenten.
Los migrantes no son criminales sino seres humanos vulnerables que tienen auténtico derecho al desarrollo personal y comunitario, resaltaron.
Añadieron que los presentes y futuros flujos migratorios requerirán de una renovada regulación por parte de ambas naciones, sin embargo no toda norma, ni toda decisión política o militar, por el mero hecho de promulgarse o definirse, es de suyo justa y conforme a los derechos humanos.
“De ahí la defensa que la Iglesia hace a nivel universal, y de manera particular a través del trabajo que se realiza entre los pueblos hermanos: México y USA, con Centroamérica, el Caribe, Latinoamérica y Canadá, en esta necesaria atención a nuestros hermanos migrantes”.
Insistieron que la frontera entre México y Estados Unidos “no es una zona de guerra”, al contrario este territorio está llamado a ser ejemplo de vinculación y corresponsabilidad con puentes de confianza y desarrollo compartido, no con muros de indignidad y de violencia.
“Más aún, el Papa Francisco sin ambages nos ha dicho a todos: ‘una persona que sólo piensa en hacer muros, sea donde sea, y no construir puentes, no es cristiano. Esto no es el evangelio’”.
En ese contexto, propusieron que por la dignidad de los migrantes y por la dignidad de todos los habitantes de ambos países se elaboren otro tipo de soluciones que siembren fraternidad y enriquecimiento mutuo en el orden humanitario, cultural y social.
Asimismo, reconocieron que la migración es por una grave responsabilidad de gobiernos que no han creado las oportunidades suficientes de desarrollo para el pueblo pobre y marginado, por eso la democracia en México ahora tiene el reto de escoger a quienes deben de realizar de manera honesta, sin corrupción e impunidad, un cambio histórico.
“Por estas razones, los obispos mexicanos deseamos repetir lo que dijimos hace un año: el grito de los migrantes es nuestro grito. Su dolor es nuestro dolor. En cada migrante que es lastimado en su dignidad y en sus derechos, Jesucristo vuelve a ser crucificado”.
fahl