Ha pasado más de una semana del espectáculo bochornoso que ofreció Letizia Ortiz Rocasolano, nada más y nada menos que la Reina de España. Ése es un título que hay que saber llevar, y llevar con honor, honradez y dignidad.

Así lo ha hecho siempre doña Sofía, la esposa de don Juan Carlos y madre de nuestro actual monarca, Felipe de Borbón. Esa dama sí es una Reina de verdad.

El feo que le hizo Letizia a doña Sofía delante de todo el mundo resulta incalificable. Ocurrió el domingo de Resurrección. Toda la Familia Real salía de misa en Palma de Mallorca. Entre la multitud, doña Sofía ve a sus dos nietas –Leonor, que debe ser la próxima Jefa del Estado español, y a su hermana Sofía-. Se acerca y las agarra de los hombros de manera cariñosa para que el fotógrafo de la Casa Real les haga una instantánea. Al ver la escena, Letizia se interpone entre el fotógrafo y la Reina aplacando la fotografía, mientras Leonor le suelta dos manotazos a su abuela. Es un momento de tensión cuya vencedora es Letizia Ortiz al no permitir que doña Sofía se hiciera una foto con sus nietas.

Segundos más tarde, nuestra Reina, doña Sofía, se acerca a su nieta Leonor y le da un beso cariñoso en la frente. Inmediatamente Letizia le limpia el beso.

Que Letizia se lleva mal con su familia política es un hecho. Pero la Familia Real siempre ha sido discreta, incluso en los momentos privados. No así Letizia hacia el resto de la familia.

Claro, que con el espectáculo que ofreció ante las cámaras de televisión y que se propagó como la pólvora por todo el mundo, evidenció su verdadero yo, quien es realmente. Pocos le perdonan que le haya hecho ese feo a quien realmente es una Reina, doña Sofía, por la que la mayoría de los españoles sentimos gran admiración.
Con respecto a su hija, doña Leonor, que debería ser la próxima Reina, ya es una preadolescente y sabe –si está bien educada– que a una abuela no se le puede dar un manotazo, y menos en público.

Fueron escasos 30 segundos que han marcado y que han golpeado a una monarquía hoy endeble. Si no fuera por don Felipe que está realizando un trabajo impecable especialmente en el asunto de Cataluña.

Mucho tendrá la jovencita Leonor que esmerarse si quiere ser aceptada por los españoles para que sea su Reina. Aunque tal vez la culpa no sea totalmente de ella, sino de quien le está educando, su madre Letizia.

Y todo este numerito lo hace cuando en un mes escaso debe salir la condena de prisión contra Iñaki Urdangarin, marido de Cristina de Borbón y, por lo tanto, cuñado del rey Felipe. Urdangarin está acusado de corrupción.

Nunca he ocultado mi afecto hacia la monarquía. Don Juan Carlos realizó una transición modélica y llevó a España al progreso. Don Felipe está siendo su digno representante haciendo de dique de contención contra las ansias independentistas de algunos catalanes.

Pueden esmerarse mucho, pero si continúa la situación así –como Urdangarin o las muestras de Letizia–, no estoy muy seguro del recorrido de la monarquía en España.

Espero de verdad que reflexionen, ya no sólo por su bien, sino por el bien de los españoles. Los experimentos a lo largo de la historia que acabaron con la monarquía e instauraron la República fueron un desastre. El primero, a mediados del siglo XIX, que duró un año y medio y acabó entrando un militar a lomos de un caballo en el Congreso de los Diputados. El segundo concluyó en la Guerra Civil española de 1936.

 

JNO