El punto de reunión ha sido Madrid, todo el equipo llegó de distintos puntos de nuestro país para coincidir en el Aeropuerto de Barajas. La cuadrilla se fue con el matador al campo a buscar afinar los últimos detalles.
El resto del equipo se dirige a la estación de Atocha para subir al tren de alta velocidad. Dos horas y media separan a Madrid de Sevilla en dicho transporte, el clima es frío y con lluvia inusual para estas fechas.
El torero se traslada en la tradicional furgoneta y llegará por la noche al Hotel. En España lo común es que los matadores lleguen sólo una noche antes del día del compromiso.
En estos días de feria, siempre llama la atención de los curiosos y algunos aficionados ver como se realiza la subida y bajada de las espuertas, los capotes, los vestidos a las camionetas, unos se van otros se quedan, siempre son dos o tres hoteles lo que concentran toda la actividad taurina.
La feria ha comenzado y serán 12 corridas consecutivas, tardes que irán marcando el destino de la temporada española. La fiesta de los toros en Sevilla es diferente a cualquier otra plaza, aquí se privilegia lo artístico, la chispa de arte, el pellizco.
El público tiene a sus toreros, muchísimos años se idolatró a Curro Romero y ahora al añorado Morante que volverá en el mes de septiembre. Aquí se viene a ver torear no a ver tragedias me dice un viejo aficionado, lo cual anticipa que los arrimones en esta plaza no son bien vistos ni tampoco serán valorados.
Lo más especial es el juego de la música, la banda del maestro Tejera no toca sino hasta que considera que existe un mérito artístico en el ruedo, es a discreción del director de la misma cuando sonarán los acordes.
La música se acompaña con un silencio que impresiona, aquí se ven los toros en silencio como en misa, me dice otra aficionada, para describir el respeto con el que se mira una corrida de toros.
Esa conjunción de música, silencio y faena hace inigualable a esta plaza. Sin dejar de mencionar que la mayoría del público local viste de traje y las señoras de vestido, aquí se va elegante a los toros.
Todo un marco artístico para disfrutar la tarde donde el silencio del público provoca que se escuche claramente los clarinetes, oboes, los gritos del torero, de los subalternos.
El cielo azul genera una bellísima estampa acompañada por la dorada arena que aquí se llama albero. Un marco inigualable para la expresión artística. Gran ambiente alrededor de todos los restaurantes y bares que rodean la plaza, aquí todo mundo habla de toros, la mayoría de la gente está enterada de los carteles, de los toreros locales, de los acontecimientos taurinos.
Todo este marco pondrá a pensar al torero que está hospedado a solo dos cuadras de la plaza de la importancia del compromiso. Cómo poder conectar con este público tan especial, cómo lograr que la faena sea valorada y cómo conseguir que suene la música, pues si la música no suena durante la faena será difícil conseguir el triunfo.