Ayer, el FMI invitó a los países desarrollados y emergentes a buscar reducir su deuda aprovechando la buena coyuntura económica que se tiene en este 2018. Los riesgos de un proteccionismo comercial o un sobrecalentamiento de la economía americana por el efecto de la reforma fiscal seguramente serán más evidentes a mediados de 2019 y 2020.
No obstante, estamos viendo de nuevo una presión al alza en las curvas de tasas de interés de algunas naciones como en Estados Unidos, en donde su tasa de interés a dos años, por ejemplo, se ubica en su nivel más alto desde julio de 2008, y que en aquella ocasión tocó un máximo de 25 puntos base arriba de los niveles actuales todavía (2.65% anual), lo que significa que hay espacio para que siga subiendo en estos días. También la tasa de interés a 10 años se posiciona muy cerca de su nivel más alto desde enero de 2014. (Hoy a tres puntos base del máximo reciente en 2.95% anual.)
La deuda que alcanza el Gobierno americano representa 108% del PIB, en los 21 trillones de dólares (*notación americana) al cierre de 2017, de acuerdo a números del propio FMI, pero lo peor es que con la reforma fiscal iniciada y el crecimiento a ritmos de 2.5-3.0% anual de su economía, se proyecta subirla hasta 117%.
Al mismo tiempo, tanto las minutas de la Fed, el informe del Beige Book y los propios registros corporativos “sólidos” de las empresas americanas que han venido reportando hablan claramente del efecto de la reforma fiscal hacia un mayor nivel de consumo, de inversión y en el crédito empresarial que están presionando la actividad económica y el riesgo inflacionario (el petróleo registra un alza de 13.4% en el año).
Así la deuda pública y el riesgo inflacionario están presionando al alza a las tasas de interés y será en junio cuando vuelvan a subir otros 25 puntos para llegar a 2.0% anual. La pregunta es si mantendrán un proceso de “alza gradual” o tendrán que endurecer su política monetaria.
Dólar vs. el resto de divisas
Hemos estado siguiendo el desarrollo del billete verde a nivel mundial. Desde que el índice dólar DXY alcanzó su nivel más alto en 2017 -en 104 puntos- ha venido perdiendo terreno hasta llegar a mínimos recientes en los 88.16 puntos (15% de depreciación), y a partir de febrero ha venido “consolidando”, es decir, registrando movimientos más laterales entre 91 y 88 puntos.
No obstante, por las características del comportamiento técnico, es probable que en el transcurso de muy pocas semanas veamos una definición que imprimirá volatilidad en las divisas y, por supuesto, el peso mexicano estará afectado.
Creemos que en más de 70% de probabilidades, la definición será al alza, y en ese caso podríamos observar movimientos al menos con 4% de impacto. Quizá el riesgo de un endurecimiento de la política monetaria por parte de la Fed o una mayor aversión al riesgo por algún evento podría ser un factor que influiría en esta definición.
Para el caso del peso mexicano, ayer apreciamos un rebote técnico a 18.50 por dólar, con el que cerró el nivel interbancario a la venta. Sin embargo, un movimiento inicial de 4% pudiera llevar a la divisa nacional arriba de los 19.00.
Atrás de eso podríamos decir que hay un riesgo de cambio de modelo económico, en caso de que gane AMLO las elecciones presidenciales o un TLCAN no tan favorable, pero en realidad los flujos mundiales llevarían a una demanda del dólar en general.