El martes próximo, en el Senado de la República, las Comisiones de Gobernación, Radio, Televisión y Cinematografía y Estudios Legislativos Primera deberán de sacar el dictamen sobre la Ley General de Comunicación o podrían caer en desacato ante la Corte.

Como sabe, la Corte dio al Congreso como plazo hasta el 30 de abril próximo para que emitieran la Ley de Comunicación, luego de conceder un amparo a varias organizaciones civiles que protestaron por el reparto del presupuesto federal para publicidad.

La semana pasada los diputados aprobaron el dictamen que fue enviado al Senado.

Pero ayer, en dos votaciones, hubo un empate entre los senadores que quieren hacerle modificaciones al documento y los que creen que eso no es posible porque ya no habría tiempo de regresarlo a San Lázaro para su dictaminación y votación.

La oposición es la que quiere agregar al texto algunas de las propuestas que recibieron de ONG en los últimos días, pero el PRI no quiere que eso ocurra porque tendría que reponerse el proceso legislativo.

Dos votaciones y dos empates.

Las Comisiones involucradas en el asunto decidieron continuar la discusión hasta el martes próximo, muy cerca ya del cierre del periodo de sesiones.

Si no hay acuerdo, cometerán desacato, lo que sería histórico en este país, en donde pasa de todo y nada.

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Pues sí, aunque usted no lo crea, los diputados sí se pusieron de acuerdo, y con el voto unánime de los 370 legisladores presentes en la sesión de ayer aprobaron modificaciones a la Constitución para eliminar el fuero, desde el Presidente hasta cualquier funcionario menor que se sienta con ínfulas de poder.

Así que, una vez que pase en el Senado y sea publicada, el próximo Congreso y la administración en sus tres niveles ya no podrán escudarse en el fuero para evitar ser llevados a juicio por la comisión de cualquier delito.

Lo malo del asunto es que ya le salieron varios padres a la modificación constitucional: en Twitter quisieron colocar el hashtag #LeyMeade, mientras los panistas aseguran que fue un triunfo de Ricardo Anaya.

Como sea, el fuero se fue.

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El debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México nos regaló fotografías interesantes:

Claudia Sheinbaum siente que ya ganó, y desde su Olimpo particular nos hace el favor de dirigirnos la palabra.

Alejandra Barrales se mostró como una candidata fuerte, competitiva y con una idea clara sobre lo que quiere para esta ciudad; no fue la candidata tímida de otras veces.

Mikel Arriola se preparó bien, tiene buenas propuestas, pero le pesa como una losa la marca del PRI; no ganará, pero le sumará votos al tricolor.

Está claro que la pelea es entre Sheinbaum, montada en la ola de popularidad de López Obrador, y Barrales, que ya demostró que no es ninguna perita en dulce.

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Si hay una entidad, aparte del Estado de México, en la que el presidente Enrique Peña se siente como en casa es Campeche.

El mandatario ha visitado, en menos de dos años, cinco veces el estado que gobierna Alejandro Moreno, Alito para los cuates.

Durante ese periodo, Peña ha comprometido recursos por 21 mil 400 millones de pesos, más del triple que las dos administraciones anteriores invirtieron en el estado.

La inversión le ha cambiado el rostro a Campeche; y hay obras comprometidas por otros miles de millones más a partir de este año, que quizá ya no le toque inaugurar a Peña.

Alito está más que contento con la inversión federal, y más aún de que el programa de las Zonas Económicas Especiales también beneficiará al estado, que había sido abandonado en las dos administraciones pasadas.

Bien.