Algo se mueve bajo el agua entre Corea del Norte y el resto del mundo. El hecho de que el Presidente norcoreano, Kim Jong-un, descolgara un teléfono hace escasas semanas y estuviera dispuesto a mantener un diálogo con su ferviente enemigo Donaldo Trump demuestra una estrategia nueva del dictador de Corea del Norte.
Hubo un primer acercamiento cuando hace unos meses representantes de ambas Coreas se reunieron en Seúl para que los atletas de Corea del Norte participaran en los próximos Juegos Olímpicos. Esto sólo fue un detalle, pero significativo.
En la zona desmilitarizada de ambas Coreas podría producirse en breve la reunión de Donaldo Trump y Kim Jong-un. Desde luego, el tirano de Corea del Norte ha realizado un gesto de buena voluntad al dar a conocer que no realizará más ensayos con misiles, al menos de momento.
¿Y de qué hablarán? Las negociaciones se basarán en que el régimen de Pyongyang acepte parar su producción de armamento nuclear. Algunos de los proyectos, tanto de plutonio como de uranio, están muy avanzados. Éste es un punto crucial porque Estados Unidos sabe que los misiles de Corea del Norte tienen un alcance, no ya hasta llegar a sus vecinos del Sur o a Japón, si no a territorio estadounidense como las islas Hawái o Alaska.
Pero Kim Jong-un ya ha visto lo que les pasa a los dictadores como Saddam Hussein o Muammar al-Gaddafi. Por eso le dice a Donaldo Trump que tendrán que respetar al régimen tiránico y que no puede haber ningún tipo de injerencia ni de intercambios. Cualquier ciudadano norcoreano que viajara fuera de sus fronteras se daría cuenta de cómo está de oprimido su pueblo.
El éxito de las negociaciones es incierto; tanto como las personalidades de Trump y de Kim Jong-un. Sin embargo, el régimen de Corea del Norte está dispuesto a morir llegado el caso. Salvo China, sabe que el resto de los países de la región son potenciales enemigos, empezando por Corea del Sur y Japón, pero prefiere vivir en el aislacionismo. De esa manera su poder será vitalicio como lo fue con su padre y su abuelo.
Y sobre todo si Kim Jong-un ve el mínimo atisbo de que su país pudiera sufrir las mismas consecuencias que Irak o Libia, no dudará un ápice en defenderse. La gran diferencia entre Saddam Hussein o Muammar al-Gaddafi y él es que él sí tiene armas de destrucción masiva que está dispuesto a utilizar.