Es cuestión de experiencia, dice Andrés Manuel López.
En las dos elecciones pasadas, recuerda, se gastó el dinero de manera desorganizada.
Canalizó la mayor parte de las prerrogativas del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) a movilizaciones y actos de campaña para dar muestras de fuerza.
Dinero tuvo por encima de otras organizaciones y candidatos, pues dispuso de las bolsas de tres partidos: de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC).
Consiguió su objetivo.
Las masas asistentes a sus mítines placeros eran –y 2018 no es la excepción- imponentes, y el tabasqueño parecía imbatible a ojos de analistas y opositores.
Un espejismo, porque sus adversarios sí contaron con estructuras de gran presencia nacional, agitadores políticos y ojos vigilantes antes, durante y después de la asistencia ciudadana a las urnas.
Fue una de las grandes diferencias con el panista Felipe Calderón en 2006 y el priista Enrique Peña en 2012.
Pero perdió.
MÁS DE 800 MILLONES A ESTRUCTURA
Ahora hay un cambio de fondo.
Los números entregados por la alianza de Andrés Manuel López al Instituto Nacional Electoral (INE) de Lorenzo Córdova pueden ser escuálidos frente a los gastos de los demás candidatos presidenciales.
Sobre todo frente a Ricardo Anaya.
El dato parcial disponible permite dar una idea: el panista había dedicado 117.8 millones de pesos hasta el domingo pasado, por apenas 26.4 del de Macuspana.
Es decir, proporción de 4.46 veces.
¿Por qué esta diferencia?
Le doy las razones político-electorales:
Más de 90% de los más de 900 millones de pesos de alianza pejista son dedicados a formar la estructura y vigilar el voto, lo cual incluye contratar activistas y pagarles el día de la elección y fechas posteriores.
Eso dice el equipo del tabasqueño.
Pero, ¿de verdad todos sus actos y viajes suyos y propios solamente han costado 26.4 millones de pesos?
Con razón los activistas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus adláteres del Partido del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) hacen todos sus pagos en efectivo.
Como preguntaría el Peje con su gracia de Chico Che:
¿Quién pompó?
O:
¿De dónde se hace de tantas mulas/dinero Pedro?
NUEVA ESTRATEGIA PARA GUERRERO
Héctor Astudillo ha tomado decisiones distintas a las de otros gobernadores.
Recibió a un Guerrero violento y no ha dejado de serlo, pero no se han repetido hechos como el registrado en el municipio perredista de Iguala hace tres años y medio.
Y ante hechos como la masacre de seis policías en Zihuatanejo no culpó al Gobierno federal ni lo dejó en sus manos.
-Es una responsabilidad de todos, de la federación y del estado –sostiene.
Ayer enfrentó otra circunstancia, la renuncia del fiscal general del estado, Xavier Olea, lo cual da la oportunidad a Astudillo de replantear la estrategia para perseguir a los delincuentes.
De momento queda Antonio Bonilla Uribe en su lugar y su ratificación debe pasar por el Congreso del Estado, pero atrás vienen una coordinación diferente con el Gobierno federal con la venia del secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete.