La separación de las familias tras su detención en la frontera con México parece haberse convertido en una nueva arma del Gobierno del presiente de EU, Donald Trump, para disuadir la entrada de indocumentados, según expertos y defensores de los inmigrantes.
“Cuando llegan al puesto fronterizo les asustan diciendo que les van a separar, que no saben cuándo les van a devolver a sus hijos, que no están protegiendo a sus niños por traerlos en un camino tan peligroso y que los van a entregar a los servicios sociales”, relata el fundador y director de Ángeles de la Frontera, Enrique Morones.
El director de esta organización sin ánimo de lucro, encargada de apoyar social y legalmente a los migrantes, explicó en una entrevista con Efe que las autoridades fronterizas están “influenciadas por los comentarios racistas” de Trump, que no cesa de calificar a muchos de los inmigrantes como “malas personas”.
Morones aclara que las instituciones policiales de los Estados Unidos no son racistas en sí mismas pero, en su opinión, si tienes un jefe que sí lo es, aquellos agentes que sí son racistas se sienten con “más poder, más respaldados” ante su conducta.
Según The New York Times, más de 700 niños han sido separados de los adultos al llegar a la frontera entre ambos países desde octubre de 2017, de los cuales al menos 100 son menores de 4 años.
Alan Shapiro, miembro de la Academia Estadounidense de Pediatras y especializado en inmigración, advierte del “grave trastorno mental” que una situación así supone en personas de corta edad.
Shapiro, que participó hoy en una conferencia de prensa organizada por la organización America’s Voice, argumenta que este hecho provoca un “elevado nivel de estrés” en los niños, con unas consecuencias “sobrecogedoras”, por lo que la medida “jamás” debería haberse puesto en marcha.
La directora de políticas de la organización pro infancia Kids in Need of Defense (KIND), Jennifer Podkul, sostuvo que el impacto sobre los niños es muy alto, ya que a pesar de “los lloros y súplicas”, son separados de sus padres sin recibir explicación.
La Oficina de Reasentamiento de Refugiados, una división del Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHS), que se hace cargo de la custodia de los niños migrantes, manifestó en un comunicado que responden a una acción “exigida por la ley” para proteger los intereses de los menores que cruzan la frontera.
“Ocasionalmente separamos a los niños del adulto con el que viajan, en especial, si no podemos determinar la relación parental, o si creemos que el niño corre peligro”, añade el texto.
Sin embargo, el director adjunto del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), Lee Gelernt, exigió a la Administración Trump una justificación más detallada y que cese el discurso sobre “la inseguridad” acerca del parentesco de los inmigrantes.
Los pequeños separados en la frontera son llevados a refugios administrados por organizaciones no gubernamentales, donde tratan de buscar a un familiar en EE.UU. que pueda hacerse cargo de su custodia.
En caso de que no aparezcan estas figuras adultas, los niños se mantienen en estos centros indefinidamente hasta que pasan a los servicios sociales para encontrar una familia de acogida.
“El drama va más allá de la separación (…) no se les proporciona ningún número de teléfono ni dirección para reunirse posteriormente”, comentó la asesora principal de Políticas sobre Derechos de los migrantes y Justicia, Katharina Obser.
En este sentido, el fundador de los Ángeles de la Frontera insiste a los inmigrantes en que tengan un plan para estos casos de separación o deportación, en el que dejen claro con quién deben quedarse los niños para evitar perder su pista.
NCG