Ya no es imaginable ver a Arsene Wenger dirigiendo a otro equipo de la élite que no sea el Arsenal, como no lo fue (y no sucedió) con Alex Ferguson más allá del Mánchester United y mucho menos lo fue (y sucedió) con Guy Roux fuera del Auxerre.

Anunciada su despedida del cuadro gunner tras 22 años de gestión, dos caminos han sido descartados por el veterano entrenador: el primero, exiliarse del banquillo y pasar a un cargo directivo en París Saint Germain; el segundo, exiliarse de la alta competición europea y aceptar una millonaria oferta en la liga china.

Como sea, si Wenger ha dicho que no, es porque desea demostrar algo que muchos dudan desde al menos hace unos cinco años: su vigencia como líder y estratega.

¿Qué ha pasado durante su dilatado ciclo en el Arsenal? Muchísimo bueno: quizá la mayor revolución que haya vivido el futbol británico en épocas contemporáneas: metodología, táctica, gestión económica, internacionalización, nutrición, mentalidad, detección de talentos, incluso consolidación de una marca deportiva…, podemos decir que todo un futbol de autor. A la vez, nadie se engaña, un triste desfase de la primerísima línea a la que elevó a su Arsenal en los primeros dosmiles: no suenan tan imponentes tres ligas de 22 disputadas, ni una semifinal y una final en 19 ediciones de Champions League.

Difícil refutar a sus críticos: el conjunto londinense se fue diluyendo en su competitividad, alejándose de los grandes, perdiendo la excelencia. Claro, ejerció su presupuesto con mayor responsabilidad, no cayó en la tentación de perseguir a los nuevos ricos del balón, aceptó estoico la salida de sus mayores cracks porque no accedía a pagarles como querían o armarles trabucos que les permitieran optar a los mayores trofeos –pecado y penitencia, porque en diferentes momentos Henry, Cesc, Van Persie, Alexis, cambiaron al Arsenal por la certeza de títulos.

¿Y el aficionado? Entre resignado y confundido, de a poco subiendo el nivel de descontento hasta llegar a un estadio Emirates iracundo, exigiendo la salida de quien otorgó tanto a ese uniforme. Porque si el Arsenal dejó de figurar como candidato a la Premier League y, en mayor medida, de la Champions, fue porque primero dejó de tener un plantel de máximo nivel.

Wenger ha dicho que se tomará cuatro semanas para decidir, aunque todo hace indicar que su decisión es mostrar su capacidad desde otra institución. Enorme riesgo, casi una necesidad, cuando incluso muchos dudan o relativizan su dimensión.

Quizá lo que Arsene requiere no es el dinero de China ni el confort como directivo en París. Quizá lo que Arsene requiere es confirmar su lugar en la historia.

Twitter/albertolati

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