A horas de que se realicen cambios en la dirigencia nacional del PRI y en el equipo de campaña de José Antonio Meade, todo eran especulaciones.

Lo cierto es que Emilio Gamboa no será presidente del tricolor, al menos no en esta etapa, ni José Narro.

Lo de Narro había sido un sondeo para conocer si podía atraer el voto de los jóvenes universitarios.

Pero, como ya está visto, hasta estudiantes de escuelas “fifí’’, como diría ya saben quién, lo apoyan.

Así que el gobierno decidió que era mejor conservar un muy buen secretario de Salud que tener un mal presidente del PRI.

Hasta el cierre de este espacio, los nombres de los posibles sucesores de Enrique Ochoa eran José Calzada, dirigente de eso que llaman “Movimiento Territorial’’, y Aurelio Nuño, que dejaría la coordinación de la campaña de Meade dados los pésimos resultados hasta ahora.

Si Ochoa y la secretaria general, Claudia Ruiz Massieu, se van del partido, por prelación el cargo lo ocuparía interinamente el secretario de Organización, que es ni más ni menos que Rubén Moreira, futuro diputado plurinominal.

Moreira tendría que citar a la Comisión Política Permanente para avalar al enviado de ya saben dónde para ser el nuevo presidente del tricolor.

La idea de los cambios es que Meade, por fin y luego de más de un tercio del tiempo de campaña, por fin sea el único responsable de su equipo y estrategia.

A ver si no es demasiado tarde.
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A Ricardo Anaya lo traicionó el subconsciente.

Eso de estar dispuesto a pactar una alianza hasta con Peña colocó al queretano en una posición vulnerable y minó su credibilidad.

Anaya ha desperdiciado con estas declaraciones el bono electoral que ganó el primer debate entre presidenciables.
No sólo no ha despuntado, como se preveía, sino que dio un paso atrás con esta declaración que más bien parece aspiracional.

Y claro, los fanáticos de López Obrador no se lo van a perdonar.

Ahora no sólo tendrá que dedicar tiempo a defenderse de la acusación de lavado de dinero, sino a explicar lo que “en realidad quiso decir’’.
Y eso es un pasivo enorme en la campaña.
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Ya hasta el propio López Obrador, que a diario tiene tiempo para dedicarle a sus contrincantes, acusó que hay un “compló’’ de empresarios para obligar a Meade a declinar a favor de Anaya.

¿Pues qué de plano estarán tan feas las cosas en el cuartel de guerra del no priista candidato del PRI que hasta su enemigo sale a defenderlo?

¿O es miedo a que Anaya lo alcance?

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Pues no, no hubo discusión de último minuto de la Ley para la Eliminación del Fuero Constitucional en el Senado de la República.

La Cámara alta dio por concluido el periodo ordinario de sesiones, el último de la LXIII Legislatura, y dejó para un eventual periodo extraordinario, pasando las elecciones, la discusión de este tema.

El que los senadores dejaran para después el tema del desafuero provocó un gran descontento entre los diputados que aseguran que se trató sólo de una táctica dilatoria, a la espera de ver quién gana la Presidencia.

Por lo pronto, el PRI manifestó que será en el extraordinario, en julio o agosto, cuando se tenga el dictamen y se puede votar en consecuencia.

En síntesis, puede que sí, puede que no, lo más seguro es quién sabe.

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