Campechano y polémico, el aspirante presidencial Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco“, dice ser el “antídoto” contra el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, a quien describe como un “Santa Claus” que no eliminará la pobreza en México con políticas asistenciales.
“Soy eso (el antídoto). Porque finalmente soy del norte y él es del sur, yo pienso que las empresas son las que mueven México y él cree que todos debemos trabajar para resolver el problema de aquellos que no lo han resuelto por sí solos”, declara a Efe el gobernador con licencia de Nuevo León.
Para el aspirante independiente, López Obrador -que lidera todas las encuestas rumbo a los comicios del 1 de julio- promete una política asistencial que adormecerá la economía y a los mexicanos con “dádivas”.
“A Andrés le gusta esto, sentirse Santa Claus, y será la sociedad mexicana la que tendrá que decidir. Si él ofrece y la gente sigue creyendo que el gobierno lo tiene que dar todo, el país sufrirá un retroceso enorme y caerá en recesión muy fuerte” como sucedió en “Venezuela, Honduras o Nicaragua”, asegura.
Después de tres décadas perteneciendo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Bronco fue el primer gobernador independiente de México al ganar en 2015 los comicios de Nuevo León, uno de los estados más ricos del país por su poderosa industria.
El pasado 10 de abril, logró in extremis su candidatura independiente a la Presidencia en una polémica decisión del Tribunal Electoral mexicano, que contradecía la postura del Instituto Nacional Electoral (INE).
Desde entonces está en una carrera contra el reloj para convencer a la ciudadanía.
Ello pese a unos sondeos que lo colocan último en estos comicios en los que contiende contra López Obrador, Ricardo Anaya del conservador Partido Acción Nacional (PAN), José Antonio Meade del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la también independiente Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón (2006-2012).
“Las encuesta en el mundo nunca han sido precisas”, Rodríguez, que apuesta por una campaña “individualizada” en la que se recorre a pie las calles y escucha a la ciudadanía con sus grandes aliadas, las redes sociales.
En su favor juega su éxito inesperado en Nuevo León. En contra, afirma, deberá sobreponerse a “inconsistencias y adversidades” de “instituciones muy viejas” y con intereses partidistas.
Es por ello que descarta declinar en favor de otros candidatos para hacer frente a López Obrador como se ha rumoreado esta última semana tras varias acusaciones del izquierdista, que acusa a los empresarios de instigar una alianza política en su contra.
“Si yo declino por alguien, la gente que me sigue me va a odiar. (…) Y el voto útil no existe”, remacha.
De llegar a la Presidencia, afirma que alentará el empleo y las mejoras salariales, y combatirá la violencia con un equipo de expertos y de manera “sensible”.
“Soy el único aspirante que ha vivido en carne propia los estragos de la violencia”, dice el también empresario, que en el primer debate de los candidatos presidenciales afirmó, enseñando incluso una bala, que ha padecido varios ataques del crimen organizado.
En la entrevista, con jeans, camisa blanca y chaleco negro, el Bronco se presenta como alguien tranquilo, cercano y afable. Pero alimenta la polémica con declaraciones en las que apoya la pena de muerte o “mochar” (cortar) la mano a ladrones y corruptos.
“El mochar la mano no es una ocurrencia, sino algo que genera miedo y temor al funcionario. Para no tomar lo que no es de él”, explica.
Defiende también la presencia de militares en las calles impulsada por Calderón al inicio de su mandato en la llamada guerra contra el narcotráfico.
En un país con 25.339 asesinatos en 2017, arremete contra las “ocurrencias” de López Obrador sobre amnistiar a criminales, o la insensibilidad “al llanto y al dolor” de Anaya, con su familia viviendo en Atlanta (Estados Unidos).
Pese a recibir críticas de organismos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rodríguez se presenta como alguien inmune a los ataques. “Soy como soy y no me parezco a nadie. Es parte de mi ser y es lo que proyecto”, dice el candidato, un ‘outsider’ que admite no tener asesor de imagen.
Al saber que finalmente participaría en la contienda presidencial, exclamó en Twitter: “Dios es grande”. Para él, la religión es esencial, pero separa a Dios de la iglesia. Y de ser mandatario, luchará para que el país “recupere la fe”.
Su decálogo político abraza medidas neoliberales como la reducción de impuestos y del gasto público, o el fin de las ayudas sociales. Cuestionado sobre ello, refleja el hombre hecho a sí mismo que pretende gobernar el país.
“Yo no tengo criterios de izquierdas, de derechas o de centro. Soy un ciudadano de este país que trabaja y paga impuestos, que tiene empresas, negocios y hoy es gobernador”, concluye.
fahl