A los aficionados menores de 25 años les costará trabajo creerlo, pero todavía en la Champions League 1996-97 sólo participó un club español (Atlético de Madrid), uno alemán (Borussia Dortmund), uno francés (Auxerre), uno inglés (Mánchester United) y dos italianos (en virtud de que el último monarca había sido la Juventus, más el Milán coronado en la Serie A).

Por entonces todavía se respetaba a rajatabla el nombre del certamen, enfático en que se trataba de una competición exclusiva para campeones. Para los demás, por muy gigantes y millonarios que fueran, existían dos premios de consolación: la Recopa europea para quien se hubiese impuesto en el torneo local de copa, así como la Copa de la UEFA que agrupaba a los segundos y terceros puestos de las diversas ligas.

El Real Madrid festejaría con mucho entusiasmo la Copa de la UEFA de 1986, máximo cetro que alcanzó el equipo de la Quinta del Buitre y Hugo Sánchez, aunque a la postre luzca tan eclipsado por tantísimas Champions que conquistarían las siguientes dos generaciones blancas. Lo mismo el Barcelona de Ronaldo y Figo, tras vencer al París Saint Germain en la final de la Recopa de 1996 (lo anecdótico de la radiante celebración: José Mourinho, traductor y asistente técnico, clamando ante las masas: “¡Hoy, mañana y siempre, con el Barça en el corazón!”). Qué decir de los lamentos del Arsenal al perder la Recopa de 1995 a manos del Zaragoza o los del Inter cuando cayó en 1997 ante el Schalke en la final de la Copa UEFA.

Todo eso cambió poco antes de que pereciera el Siglo Veinte, cuando la Champions League se abrió a hasta cuatro representantes de las principales ligas del continente. De inmediato, Recopa y Copa de la UEFA pasaron a ser vistas como estorbo más que como oportunidad. Por mucho que los gigantes recalen ahí eventualmente (ya por quedar fuera de la Champions en la primera ronda, ya por haber sufrido una temporada previa catastrófica), otorga muy poco la actual Europa League a las entidades más poderosas.

Para el Atlético fue un premio muy disfrutado en 2010 y 2012, porque por entonces no había sentido lo que implica acariciar el trofeo de la Champions. Fue cuestión de perder dos finales de Liga de Campeones (para colmo, ante su vecino, el Real) para que esas conquistas se relativizaran.

Así, este año el Atleti peleará por otra Europa League, algo preciadísimo antaño, mero placebo o premio de consolación en la actual circunstancia.

La UEFA engordó tanto a la Champions League, que fue a costa de hacer muchísimo más pequeño e intrascendente a su hermano menor, la Europa League, víctima colateral del trono más deseado de la historia en el futbol a nivel de clubes. Ahora, no hay vuelta atrás: los colchoneros podrán celebrar otro título continental en un par de semanas, mas será con nostalgia de lo que no fue: esas dos finales grandes desplomadas en el límite.

Twitter/albertolati

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