En el Deutsches Historisches Museum (Museo Histórico Alemán), uno de los mayores en Berlín, se presenta una exposición con un tema poco común, pero sumamente relevante en la historia y en la vida del país europeo: ahorrar dinero, una característica de la identidad nacional alemana.
La exposición Ahorrar–Historia de una virtud alemana refleja la importancia de esa mentalidad en un pueblo que en varios momentos de su historia perdió todo lo que tenía y masas enteras cayeron en la pobreza.
En el siglo XX, la destrucción del dinero y de las posesiones de los alemanes se registró tres veces: dos de ellas a consecuencia de la Primera y Segunda Guerras Mundiales. En esas dos conflagraciones, Alemania resultó vencida y muchos alemanes cayeron en la más absoluta miseria.
A esas dos hecatombes se sumó la Gran Depresión de 1929, que partió de la Bolsa de Estados Unidos y repercutió al otro lado del Atlántico.
La exposición plantea que el ahorro está profundamente enraizado en los alemanes desde hace siglos. Lo practican casi como una reacción refleja, y ese proceder abarca tanto la vida privada como a las empresas e industrias, y al sector público.
En la época actual, ni siquiera las tasas de interés en cero han desanimado esa costumbre. “Observadores fuera de Alemania miran en forma crecientemente crítica la tendencia alemana al ahorro”, se señala en la exposición.
“La reserva de los alemanes para gastar tanto en los hogares, en las empresas, así como en el presupuesto público, ha contribuido a generar un considerable superávit en la balanza de pagos, al que se ve desde afuera como un peligro potencial para la economía mundial y también para la propia economía alemana”.
El Fondo Monetario Internacional, el Gobierno de Estados Unidos y gran parte de los países de la Unión Europea han expresado esas críticas en los últimos años y han exhortado al Gobierno alemán a tomar las medidas necesarias para propiciar el gasto público y privado.
JNO