La vida de Ara Malikian, es un camino arado por música viva y torrentes inagotables de los que brotan sinfonías.
Desde que nació el niño Ara en 1968 en Beirut, su padre sabía que le convertiría en un virtuoso del violín. Y lo sabía porque lo portaba en la sangre, en ésa que es presa de los secretos que encierra la familia. Esa sangre condensada en notas y armonías que, con el tiempo se harían realidad.
Con paciencia de joyero, su padre, le enseñó cada acorde, cada movimiento como si fuese la última, vez mientras las bombas caían sobre los refugios antiaéreos del Beirut de los años más duros de aquella guerra fratricida.
Los refugios fueron su escuela; su padre, su maestro y su abuelo Krikor, el creador de la saga de músicos. Se perpetuaron porque un amigo le regaló un violín como salvoconducto, para hacerse pasar por músico de una orquesta y así salvarse del genocidio armenio.
Las ansias por comerse el mundo a bocados, de saborear la libertar tras la guerra, de triunfar desde la humildad, le llevaron a Alemania.
Fue la magia de una beca, lo que hizo que aquel joven que quería comerse un mundo que se le quedaba pequeño, se transformara en un virtuoso del universo musical. Se convirtió en un intelectual embebido en conceptos que los tamizó por los canales del alma para llegar a interpretar las piezas más gloriosas que nacieron de los partos de Mozart o Vivaldi, de Gluck o de Bach.
Con la valentía del hambre a los doce años dio su primer concierto. Tiempo después se convertiría en doctor de por la Universidad de Hannover en Alemania. Pero todo ello con el estoicismo de un joyero, a base de ensayar una y otra vez, hasta que sus dedos llegaban a sangrar. Y así lo hacía doce horas diarias, mañanas, tardes, noches, madrugadas de vigilia durante años, para llegar a conseguir una técnica impecable.
Para llegar a ser uno de los más importantes violinistas de la actualidad tocó y tocó y siguió tocando en bodas, en bares o en locales de alterne. Tenía que ganarse la vida. Y en cada departamento que vivió, dejó una estela de sinfonías que, aún hoy todavía retumban en las paredes dejando ecos en formas de pentagramas, que nunca llegarán a morirse del todo.
Porque Ara venía del clasicismo. Bach, Vivaldi, Chopin, Mozart fueron aquellos dioses inalcanzables sólo por los dedos del joven Ara que traducía la genialidad de aquellas leyendas desde su propio corazón.
Claro que no fueron sólo ellos. Descubrió la simbiosis, la fusión de músicas de etapas pretéritas y actuales, de instrumentos antagónicos, que sin embargo sonaban con empatía. Todo porque la música es universal. Y entonces entendió que no había épocas ni tiempos. Por eso aquel mundo clásico le sirvió para entender a Led Zeppelin, Guns N’ Roses o Paco de Lucía.
Los conciertos del músico son unos abrevaderos de sentimientos de Mozart, la zarzuela española, el flamenco de Joaquín Cortés, el jazz de Louis Armstrong o todos a la vez. Se trata de una unión perfecta que deslumbra a los millones de seguidores que tiene por todo el mundo.
Y es que su música se ha escuchado por todo el planeta. Nueva York, Tokio, Londres, Atenas, Berlín, Viena, Bogotá, México o Madrid, son tan sólo algunas ciudades donde ha dejado su música indeleble.
Hoy, este músico que deja en el escenario el aroma de su personalidad, tiene más de cuarenta trabajos editados y este año publica su primer disco como compositor. Además en Septiembre saldrá el primer CD-DVD grabado en directo en la plaza de toros de las Ventas en Madrid ante más de diez mil personas.
Pero cuando uno mira hacia atrás se encuentra a un Ara Malikian con un bagaje artístico intelectual que hacen de él un artista completo. Por eso desde muy joven ganó números concursos de prestigio mundial como el Félix Mendelssohn, en Berlín, el Pablo Sarasate, o como Niccolo Paganini en Génova.
Participó como Violín solista en Orquesta sinfónica de Tokio, en la Orquesta Sinfónica de Bamberg, en la ópera Génova Orquestra y en muchas más. Sin embargo, la que más le ha llenado fue la Orquesta Sinfónica de Madrid.
Esta última fue decisiva. Fue concertino durante cinco años con un gran éxito interpretando como solista de Le boeuf sur le toit de Darius Milhaud.
Este 2017 realiza una gira latinoamericana de gran éxito. El próximo 11 de septiembre se presentará en el Auditorio de la Ciudad de México.
Ara Malikian ha alcanzado el éxito con una humildad que destila amor. Porque así es este músico, delgado, de pelo anárquico y mirada profunda; un artista que busca al ser humano para ahondar en su esencia, en esa humildad tan generosa que transpira bonhomía, lo más perfecto de la Creación, eso sí, junto con la música.
Madrid Mayo 2018 Alberto Peláez.