¿A cuál de los Andreses hay que creerle?

¿Al que asegura que el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es viable si sólo se construye con dinero privado o al que manda a sus voceros a decir que en la base militar de Santa Lucía se construirán dos pistas más y con ello se cancela el proyecto en la capital del país?

¿Al que promete a los maestros de la CNTE –de todos conocidos por sus desmanes- anular, derogar o como quiera llamarle, la reforma educativa, pero que envía un texto a la fundación Mexicanos Primero ofreciendo mantenerla a cambio de la revisión de ciertos aspectos que según él no funcionan?

¿Al que persigue a la mafia del poder, pero luego ofrece una tregua; al que llama minoría rapaz a los empresarios, los acusa de tener secuestrado al gobierno y de haber convertido al presidente Peña “en el payaso de las cachetadas o al que saca un pañuelo blanco en señal de “amor y paz’’?

Las contradicciones del tabasqueño provocan que sus voceros traten de enmendarle la plana, pero con poca fortuna porque los aludidos ya saben que como dice una cosa, dice otra.

López Obrador, durante la campaña, adopta el discurso que quiere escuchar el auditorio en turno; no iba a ir a San Pablo Guelatao con la CNTE a reafirmar la reforma educativa ni con Mexicanos Primero para anunciar que la derogaría.

Son precisamente esos cambios de señales los que preocupan a buena parte de los mexicanos; ¿a quién le creemos, al candidato extremista o al conciliador?

Conste que sólo es pregunta.

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La campaña en contra del INE arrecia en redes sociales.

Hay incluso una petición en la página Change.org para pedir la renuncia del consejero presidente Lorenzo Córdova, con 25 mil 732 firmas a favor de la iniciativa en tan sólo dos días.

Lo curioso es que quienes incluyeron en la plataforma la petición acusan a Córdova de “sembrar incertidumbre’’ en el proceso electoral, cuando ésta ha sido sembrada por los candidatos y no por el árbitro electoral.
Pero ahí están los hechos: bombardear al INE para debilitar su credibilidad.

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Por cierto, ayer se presentó la lista de los futbolistas que probablemente irán al Mundial representando a México.
¿Qué tiene eso de raro?

Nada, sólo que el tema fue tendencia todo el día por encima de cualquier otro evento de carácter político o social, lo que nos puede dar una idea de los intereses de un sector de la sociedad en este momento.

La lista generó un sinnúmero de críticas, sobre todo por el empeño del entrenador de llevar a quienes los aficionados consideran cartuchos quemados, como los hermanos Dos Santos.

Tal terquedad –que bien puede deberse a un acuerdo comercial- fue comparada con la de ya saben quién.
No será hasta después del juego con Corea que la afición mexicana podrá determinar si el entrenador merece un monumento o el destierro.

Haga su apuesta.