A pesar de las buenas intenciones que el Gobierno mexicano tiene para alcanzar un acuerdo preliminar del TLCAN, parece que las condiciones solicitadas por la contraparte americana muestran una clara desventaja para nosotros, con el riesgo de perder mercado, por ejemplo en el sector automotriz, pero además con la cláusula de salida a los cinco años que en automático limita las inversiones directas con visión de largo plazo.

Estar cada cinco años “rezando” porque Estados Unidos y/o Canadá decidan continuar otros cinco años parece un viacrucis que al menos para una empresa trasnacional pudiera limitarlo a tomar decisiones de inversión de mediano o largo plazo.

El líder del Congreso de la Cámara baja de Estados Unidos, Paul Bryan, pidió tener el acuerdo preliminar a más tardar el 17 de mayo para poder analizarlo y, en su caso, aprobarlo con la actual legislatura y bajo la vía del “fast track”. Estamos a un día, y veremos si el Gobierno mexicano cede a la presión o prefiere abstenerse con el riesgo de la imposición de aranceles del acero y aluminio a partir de junio, así como por la volatilidad de nuestros mercados, siendo el tipo de cambio la primera válvula de escape, pero con riesgos de traspaso de precios y posible alza en tasas de interés en consecuencia.

El Banxico decidirá mañana si mantiene o sube la tasa de interés. De manera aislada, es decir, evaluando la condición de la economía, el nivel de inflación actual en 4.55% anual y el estatus de la Fed podría mantenerla en 7.5%, y sería en junio el aumento.

Sin embargo, un tipo de cambio que se ubique ya por encima de los $20.00, y en especial hacia $20.30, podría ser una alarma de precaución para el Banxico, especialmente ante la cercanía del resultado electoral y el riesgo de salida de tenencia de extranjeros de los mercados, con lo que podría subir otros 25 puntos base a niveles de 7.75%, aunque en junio se vuelva a alinear a la Fed.

Veamos el momento de Argentina y lo que puede vivir México

Es triste ver que a pesar de los esfuerzos que presenta el gobierno del presidente Macri, la economía de Argentina vive momentos muy difíciles con una presión sobre el peso argentino que ya alcanzó los 25.00 por dólar, pero tiene una inflación del orden de 25% y tasas de interés de 40% anual y a siete días hasta cerca de 50% anual.

El gobierno está ajustando su nivel de deuda pública y está buscando una línea de financiamiento con el FMI por 30 mil millones de dólares, parecida a la que México (88 mil millones de dólares) tiene y se renueva año con año para evitar una presión sobre las reservas internacionales, que de abril a la fecha han ajustado casi seis mil millones de dólares al situarse en menos de 56 mil millones.

Sin duda, la familia Kirchner de visión de “izquierda” ha tenido que ver con todo este proceso que está costando sudor y lágrimas a los argentinos. El gasto público, la corrupción y la falta de justicia son elementos que han pesado en los últimos años.

La pregunta es si queremos esto para México. Si en realidad no podemos voltear a ver algunos países de Latinoamérica y aprender de la experiencia de otros, que en el primero o segundo mandato con gobierno de izquierda, las decisiones más radicales generan la pérdida de confianza de inversionistas y de la sociedad con la consecuente caída de la economía y la confrontación por el fracaso del gobierno con la sociedad y empresarios. Veamos a Venezuela, Bolivia, Ecuador.

Estamos a 46 días de las elecciones. Ojalá hagamos un voto “reflexivo”.