Está visto que el presidente Donaldo Trump es un verso suelto al que no le importan las consecuencias internacionales que puedan tener sus decisiones. En año y medio ha logrado cambiar la estructura del orden mundial. Algo inaudito.
Lo que costó muchos años, con dos guerras mundiales de por medio, con millones de muertos, con el esfuerzo y el sufrimiento de tantas personas, parece que no le ha importado y revierte el acontecer mundial a cualquier precio.
Trump me recuerda al día jueves porque está en medio de todos los fangos. Sus relaciones hasta hace dos días con Corea del Norte eran tan desastrosas que estaban poniendo en riesgo a la región. Cuando parecía que las cosas se solucionaban, ahora ha sido el régimen norcoreano el que, de momento, se retira de la jugada. Habrá que ver si Trump y Kim Jong-un se reúnen el 12 de junio en Singapur, y si no nos llevamos alguna sorpresita.
En caso de que se llegue a dar dicha cumbre, habrá que explicarle al Presidente estadounidense que no puede hacer ningún desaire ni puede escribir esos tuits a modo de pensamientos impulsivos porque no le hacen más que daño a él y a su país.
¿Qué les voy a contar de México que ya no sepan y que muchos lo viven y lo sufren a diario? Si ya de por sí tenemos a un país complicado como vecino, parece que el presidente Trump lo está haciendo aún más.
Las relaciones del mandatario estadounidense con la Unión Europea son inexistentes, si no fuera por su vínculo con el Presidente de Francia, Emmanuel Macron. Por lo demás, no hay más que ver cómo ningunea a la canciller Angela Merkel, de Alemania, y a Theresa May, la primera ministra británica que es su única y natural aliada en Europa.
Su ruptura con el acuerdo que existía con Irán para detener su carrera nuclear ha conseguido poner en marcha una bomba de tiempo. El precio del barril sigue disparado y no por la escasez ni por la demanda, sino por el temor a lo que pueda pasar. Mientras la Unión Europea se encuentra noqueada y no sabe qué hacer, Trump se echa de enemigos a varios países del islam.
Y para terminar de rematar esta faena, cambia la embajada estadounidense en Israel. Pasa de Tel Aviv a Jerusalén y deja por el camino a más de 60 palestinos muertos y miles de heridos.
El cambio de embajada obedece a una promesa electoral. Sin embargo, ha sido un despropósito. Todo ha sido un despropósito. Se inauguró el lunes coincidiendo con el 70 aniversario del Estado Hebreo. Se inauguró el lunes coincidiendo con el Nakba –la catástrofe-, así llaman los árabes a la expulsión de 950 mil palestinos a otras tierras, una vez que se produjo la partición de Palestina por Naciones Unidas en 1948. Ha sido un despropósito porque supone una provocación no solamente al pueblo palestino, sino a los países del islam en general. No hay que olvidar que Jerusalén es la Ciudad Santa para los cristianos, musulmanes y judíos.
A Trump todo eso le da igual.