Generalmente el movimiento de las divisas tiene un referente importante en la decisión y acciones de la política monetaria que emprenden los bancos centrales. Queda claro que bancos como la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Japón (BoJ), el Banco de China (PBC) y el Banco de Inglaterra (BoE) son los principales actores a nivel mundial.
Sin embargo, también es trascendental evaluar las condiciones macroeconómicas de los países y/o regiones que representan un factor propio adicional en el movimiento de cada moneda. Además, eventos puntuales que tengan incidencia sobre la economía también influyen, como es el caso en México, en el desempeño del peso mexicano el momento aún resulta incierto de la renegociación del TLCAN y las próximas elecciones presidenciales.
En las últimas semanas hemos visto una recuperación del dólar que, en general, obedece a que la Fed seguirá normalizando su política monetaria ante un crecimiento positivo de la economía y una reforma fiscal que empieza a influir en el nivel del consumo (riesgo hacia la inflación), la inversión y la deuda en familias, empresas y el propio gobierno.
Frente a dicho proceso, hemos observado, en contraparte, una desaceleración en el crecimiento y en la inflación de la Zona Euro y de Japón, con lo que sus políticas monetarias pudieran mantenerse más laxas.
El 23 de mayo pasado se dieron a conocer las minutas de la Fed, las cuales mostraron un tono restrictivo, aunque NO más agresivo por el momento y con una inflación simétrica en 2.0% de manera sostenida.
Entre los factores de riesgo destacaron justamente las perspectivas sobre la política fiscal y comercial, aunque resulta difícil identificar la magnitud de los riesgos en este momento.
Ante esto seguimos viendo dos alzas adicionales en 2018 en junio y septiembre para alcanzar 2.00 y 2.25%, respectivamente.
En cuanto a México, la última minuta del Banxico mostró un tono aun restrictivo a pesar de la tasa “real” alta que se está pagando. Consideran que pese al movimiento del dólar y la presión sobre el resto de las divisas -incluyendo al peso mexicano-, hay factores internos que también influyeron en nuestra moneda. Hoy prevalece un alto grado de incertidumbre ante el desarrollo de las renegociaciones del TLCAN y las elecciones presidenciales y del Congreso. El Banxico cuidará que los movimientos de la divisa nacional se desarrollen dentro de un marco “ordenado”.
Con todo esto, consideramos, primero, que en junio existe una alta probabilidad de que el Banxico aumente 25 puntos base la tasa de interés a 7.75% y poco probable de que utilice nuevas herramientas de política monetaria antes del 1 de julio, en espera de qué sucede con la negociación del TLCAN, en el que ahora Estados Unidos amenaza con nuevos aranceles de 25% a la importación de autos por temas de seguridad, y en junio 2, el riesgo de nuevos aranceles del acero y aluminio.