“Nunca subestimes el poder de la negación”, se recomienda en Las relaciones peligrosas. El informe de Derechos Humanos, se ha repetido hasta el cansancio, nos dice lo que Nestora Salgado y la policía comunitaria a su cargo en Olinalá, hicieron con varios de sus detenidos: dejarlos sin comer e ir al baño durante horas; obligarlos a trabajar; golpearlos con las armas; someterlos a abusos sexuales, como a esa adolescente acusada de prostituirse y vender drogas, o arrestarlos por no estar de acuerdo con la existencia de la policía comunitaria e incluso por brujería. Dirán y se dirán misa los opinadores del entorno de Morena, pero esa es la catadura de la mujer a la que la organización y su líder quieren sentar en la cámara. A legislar, sí.
¿Ampara la ley a Nestora? Sí. Varias leyes. Las que nos protegen a todos, primero: esas que dicen que no, no secuestró a esas personas de las que habla la Comisión, porque la policía comunitaria es legal y puede practicar detenciones, y que no, lo que pidió a sus familiares por liberarlas –dinero, ganado– no era una extorsión, sino una fianza. Las que dicen que fue detenida arbitrariamente, que se violó el debido proceso. Y, segundo, las leyes que protegen a las poblaciones indígenas, a los llamados pueblos originarios. Esas que dan cabida a que un preso pueda ser “reeducado”, porque al parecer los llamados “usos y costumbres” se pueden redactar en maoísta. Las que, no sin ambigüedad, vuelven aceptables los trabajos forzados y hasta los golpes. Las que legitiman, pues, las formas de autogobierno que se practican en diversos municipios indígenas, tan discutidas porque, en principio, dan pie también a aberraciones como que Eufrosina Cruz no pueda gobernar pese a haber sido elegida voto por voto, o el matrimonio de menores –que no es exclusivo de las esas comunidades pero que no les es ajeno–.
Y es que los usos y costumbres, un tema que llevaba un rato fuera de la agenda, vuelve con toda su carga de polémica y confusión. Ojalá se discuta de nuevo, a fondo, a partir de esta coyuntura. De momento, tienen una consecuencia inesperada. No: Salgado no puede ser calificada de secuestradora porque la ley es la ley. Lo que no existe es una ley que te obligue a poner a una persona con esos principios en la Cámara. Los usos y costumbres, en este caso, no retratan a una comunidad, sino a quienes están a punto de tomar decisiones por todos nosotros. Gente que de pronto no se entera de que en los terrenos al margen de la ley, lo que se ocupa son cosas como la ética o la decencia.