La Cumbre del G7, que empieza el próximo viernes en Canadá, ha saltado por los aires por el creciente conflicto comercial entre Estados Unidos y sus principales aliados, Europa y Canadá, que ha sumido en el caos la reunión.
Canadá, como anfitrión de la reunión que se desarrollará los días 8 y 9 de junio en un hotel de lujo de la remota localidad de La Malbaie, a unos 140 kilómetros de la ciudad de Quebec, ha establecido cinco grandes temas para la cumbre.
La cuidadosa planificación que Canadá ha dedicado a la cumbre saltó por los aires en los últimos días tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio, incluidas las procedentes de Canadá, Europa y Japón.
La agenda ya había quedado trastocada por la retirada de EU del acuerdo nuclear con Irán y el inusitado encuentro entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, que se celebrará en Singapur tres días después del fin de la Cumbre del G7.
Pero el “ataque ilegal”, según Canadá, en materia comercial de Trump contra sus principales aliados en el umbral de la cumbre de los países más industrializados, ha terminado de torpedear los preparativos de la reunión.
Como señalaba hoy el comentarista político canadiense John Ibison en el periódico The Globe and Mail si el presidente ruso, Vladimir Putin, aupó a Trump a la Presidencia de Estados Unidos para causar caos y socavar el bloque occidental, el líder ruso ha hecho un gran trabajo.
Hace unos días, el asesor de uno de los líderes del G7 que acudirá a La Malbaie confesaba a la publicación Politico que “los canadienses no tienen ni idea de qué hacer”.
El Gobierno canadiense tiene previsto que los líderes de Alemania, Canadá, EU, Francia, Italia, Japón y Reino Unido hablen de cooperación económica, empleos del futuro, igualdad de género, cambio climático y océanos, y seguridad.
Para ello, las autoridades canadienses también invitaron a los líderes de otras 12 naciones, así como a los responsables de la ONU, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial (BM).
La Cumbre de Charlevoix, como oficialmente ha sido denominada por Canadá, ha quedado tan desdibujada, que otro destacado representante de uno de los países del G7 aseguraba que lo único que parece quedar de la agenda original es un acuerdo sobre la igualdad de género.
“En estos momentos no hay nada. Sólo queda ser bueno con las mujeres, que está bien. ¿Pero eso es todo?”, se preguntaba.
El caos que rodea en estos momentos la Cumbre del G7 es tal que incluso algunos se preguntan si Trump asistirá a la reunión.
El pasado jueves, durante una conferencia de prensa en la que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció que Canadá tomaría represalias comerciales contra Estados Unidos por la imposición de aranceles, el líder canadiense fue preguntado si Trump acudirá a la Cumbre del G7.
Trudeau respondió con un ambiguo y frío “de momento, sí”.
El ambiente que se va a encontrar Trump en La Malbaie no va a ser exactamente el más amigable, como pudo comprobar el viernes y sábado su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, durante la reunión de ministros de Finanzas del G7 celebrada en la localidad canadiense de Whistler.
Ayer, al término de la reunión, el ministro de Finanzas de Canadá, Bill Morneau, dijo que “los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales han pedido a Mnuchin que informe (a la Casa Blanca) de su preocupación y desilusión unánimes”.
Y el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, ha empezado a llamar al grupo de países más industrializados como “G6 + Estados Unidos”, para destacar la creciente distancia que existe entre ese país y sus, hasta ahora, principales aliados económicos y políticos.