El G7 no es el grupo de las economías más desarrolladas y poderosas del mundo. Es un grupo de economías grandotas que tienen afinidad entre ellas, pero que sí deben formar parte del top ten de los más ricos del orbe.
Hay condiciones democráticas, por eso no están ahí los chinos. No hay limitantes ideológicas, porque ahí siguen los populistas italianos. Ni tampoco hay condiciones de membresías cruzadas, porque los ingleses continúan en el grupo a pesar de hacerle el feo a la Unión Europea.
Lo que no toleran estos países es que entre ellos se quieran leer la mano. Y si no que les pregunten a los rusos.
Durante muchos años, el Gobierno ruso coqueteó con este club para conseguir la membresía y poder formar parte del selecto grupo de naciones más ricas.
Es evidente que por el tamaño del país y por la riqueza potencial que tiene, Rusia cumplía con el tamaño de la cartera para ingresar al club.
Pero siempre hubo reticencias al interior del G7 para aceptar a los rusos, en especial por parte de los alemanes y europeos que le acompañan.
Se creó el G7+1, que era una forma de decir que Rusia estaba, pero no pertenecía. Hasta que finalmente se le dio un lugar como miembro plenipotenciario. Sólo que al ambicioso Vladimir Putin se le antojó restaurar la grandeza de la nación de los zares y se echó a la bolsa la península de Crimea.
Esta acción hostil le costó, entre otras cosas, la membresía al club del G7. Por supuesto que Putin no los extraña.
Hoy se da una nueva división al interior del grupo de los siete países más ricos del mundo. Sólo que ahora este cisma puede llegar a desintegrar el grupo si esto trasciende.
Este viernes se reúnen en Canadá los líderes de estas siete economías, y lo hacen divididos, a razón de seis contra uno. Ese solitario es, sin duda, Donald Trump y su manera de conducir los destinos de los Estados Unidos.
La realidad histórica del G7 ha sido la integración de las economías más grandes en torno a la Unión Americana, la que había ejercido un liderazgo de integración mundial con el comercio y las finanzas como el eje.
Hoy, Estados Unidos ha renunciado a su liderazgo mundial ante la visión pequeña y electoral de Donald Trump, lo que hace de la reunión de este fin de semana una de marginación de ese país.
Recordemos la integración del G7: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Y los seis enfrentan el disparo comercial de pagar aranceles al acero y al aluminio. Japón no recibió desde el principio alguna exención temporal y los otros cinco pagan este impuesto desde el viernes pasado.
La instancia para resolver los conflictos comerciales es la Organización Mundial de Comercio. Pero lo que hace Donald Trump con sus amigos y socios no es de cuates, y aquí se la van a cobrar.
No hay duda que la reunión del G6+1 será muy tensa. Incluso hay que ver si Donald Trump no cancela de última hora su asistencia.