Foto: EFE Al borde del precipicio, Halep empezó a jugar con más temple. Se rehízo contra pronóstico e igualó el tanteo para luego despegarse en el marcador  

La rumana Simona Halep, número uno del mundo, ganó este sábado el torneo de Roland Garros, su primer título de “Grand Slam” en cuatro finales disputadas, al doblegar a la estadounidense Sloane Stephens, la última campeona del Abierto de EE.UU, por 3-6, 6-4 y 6-1 en dos horas y tres minutos.

 

La jugadora rumana, de 26 años, sucede en el palmarés a la letona Jelena Ostapenko, ante la que había perdido contra pronóstico la final del pasado año.

 

Halep, que perdió las finales de Roland Garros de 2014 y 2017 y la del Abierto de Australia de 2018, logró por fin su consagración en un gran torneo en su cuarto intento.

 

En una cancha Philippe Chatrier que la apoyó nítidamente -con una gran presencia de la comunidad rumana-, la jugadora de Constanza se rehizo cuando iba un set abajo y con un pérdida de servicio en la segunda manga.

 

“Entonces me dije: ‘ya no hay nada que hacer. Relax y disfruta del partido'”, confesó Halep, quien comentó que intentó no cometer los errores que la llevaron a perder la final de 2017 ante Ostapenko.

 

Nada más acabar el encuentro, escaló hacia la tribuna donde se encontraba su equipo, su familia y la legendaria gimnasta Nadia Comaneci para darles un abrazo. Halep es ya una gloria del deporte de su país.

 

La española Arantxa Sánchez Vicario, ganadora de tres Roland Garros, el último de ellos hace 20 años, entregó la Copa Suzanne Lenglen a la jugadora rumana, quien aprovechó la ocasión para agradecer el apoyo del público.

 

La primera raqueta del circuito también dedicó palabras a Stephens, a quien elogió por su capacidad para regresar al circuito después de pasar once meses inactiva por una lesión entre 2016 y 2017.

 

Como le sucedió en la primera ronda ante la estadounidense Alison Riske (83) o en los cuartos contra la alemana Angelique Kerber (12), Halep respondió con determinación ante la adversidad. Una prueba de fuego psicológica para un jugadora que es pura garra.

 

En la primera manga, Halep seguramente recordó viejos fantasmas. Era mármol puro la jugadora de Florida. De poderoso físico, la afroamericana frenó el ímpetu de su rival con templanza y sin precipitarse en sus decisiones.

 

Deseosa de demostrar que es jugadora para grandes torneos, Halep no encontraba el tono. Atacaba mal, dejando espacios para el contraataque de su oponente, y su defensa era mediocre.

 

En el segundo set, tembló la rumana. Cedió su servicio en el primer juego y empezó a cundir el pánico en ella y en gran parte del público, entre el que había una nutrida presencia de rumanos.

 

Se puso en el marcador dos cero abajo y el recuerdo de sus dolorosas finales en “Grand Slam” la atormentaba. El rostro desencajado de la tenista de Constanza era un poema.

 

Al borde del precipicio, Halep empezó a jugar con más temple. Se rehízo contra pronóstico e igualó el tanteo para luego despegarse en el marcador, pues volvió a romper el saque a su rival.

 

Aunque esa manga aún tuvo suspense -entregó su saque en el séptimo juego- logró desequilibrar la balanza de su lado en el décimo, en el que devolvió el quiebre a Stephens.

 

Los espectadores entraron en ebullición. Gran parte del Philippe Chatrier entonó los “SimonaSimona” cada vez con más fuerza. El ímpetu del público fue incluso reprobado por el árbitro, quien reprochó a una espectadora haber animado antes de un saque.

 

En el tercer set, Halep estaba imparable y Stephens empezó a fallar bolas fáciles. Cerró el partido sin suspense con un contundente 6-1. La número uno por fin tuvo en París su corona deseada.

 

aarl