Los embarazos de niñas de 10 a 14 años siguen aumentando en México en una muestra de la magnitud del problema, que está vinculado a la gravedad de la violencia sexual que se ejerce sobre las adolescentes, según un informe nacional divulgado hoy.
“El embarazo infantil es un problema global, de salud pública, pero erradicarlo no será posible hasta que no se entienda y se atienda el tema de la violencia sexual”, dijo en conferencia de prensa Eliana Olaizola, directora de la asociación Ipas México.
Durante la presentación del documento “Violencia sexual y embarazo infantil en México“, la especialista resaltó que si bien las estadísticas de esta problemática han disminuido levemente en México, en la región no se ha modificado la tasa de embarazos adolescentes.
“El problema es que el 95 % de los embarazos de adolescentes se producen en los países en desarrollo. En México, la tasa disminuyó de 77 a 74,4 embarazos por cada 1.000 adolescentes, pero en niñas de 10 a 14 años el problema va en aumento”, señaló Olaizola
Según la experta, la principal preocupación es que el embarazo en niñas de 10 a 14 años va en aumento, pues solo en México 2016 se registraron 11.808 nuevas madres en ese rango de edad.
“El informe que presentamos hoy revela que la violencia de género, la violencia sexual son factores determinantes en los altos números de embarazos en mujeres de esta edad”, dijo la experta.
Para Olaizola una de las razones por las que esta problemática se recrudece es la falta de sensibilización de la sociedad y de los profesionales de la salud, quienes siguen estigmatizando y juzgando a las niñas y adolescentes.
“Se piensa que el embarazo infantil es consecuencia de actos deliberados por parte de niñas, niños y adolescentes que deciden iniciar su vida sexual a edad temprana de falta de información o de falta de uso y acceso a métodos anticonceptivos”, señaló.
Sin embargo, de acuerdo con Fernanda Díaz de León, coordinadora de política y abogacía de Ipas México, “la violencia resulta un factor determinante para que 9 de cada 10 mujeres adolescentes vivan esta situación”, dijo.
Explicó que en muchas ocasiones las niñas y adolescentes son obligadas, mediante la fuerza física, el chantaje, manipulación y amenazas a tener relaciones sexuales lo que “representa una normalización cultural de la violencia”, expresó.
Olaizola destacó que la mayoría de las condiciones son ajenas al control de las menores, “como vulnerabilidad, desprotección, abandono, abuso, manipulación, chantaje, relaciones dispares de poder, marginación y falta de oportunidades”.
Díaz de León señaló que en muchos países de América Latina la problemática se traslada también a un marco legal “pues algunos tienen leyes más restrictivas respecto al embarazo aún por causa de violencia sexual”, señaló.
“Todo esto dificulta el acceso de las menores a los servicios de salud legales que deberían tener cuando son víctimas de violencia sexual, desde la asistencia en salud de emergencia, la anticoncepción de emergencia hasta la interrupción legal del embarazo”, señaló Olaizola.
Las especialistas coincidieron en que esta problemática tiene un impacto no sólo físico, pues el riesgo de morbilidad por embarazo adolescentes es dos veces mayor que en mujeres que superan los 20 años, además de que resta 1,8 de años de vida saludable, sino también el impacto es a nivel psicosocial.
“Las adolescentes pueden padecer depresión, baja autoestima, rezago educativo, tener mayores barreras para obtener un empleo, no tienen acceso a la seguridad social, además de que son madres más inmaduras que tienen conductas punitivas para sus hijos, generando así un círculo de violencia”, dijo Olaizola.
Además de explicar informe, las especialistas realizaron recomendaciones para revertir esta problemática.
Entre ellas están contar con servicios integrales de salud que incluyan la interrupción del embarazo por parte de personal capacitado, además de la implementación del tamizaje de abuso sexual y la capacitación del personal de salud para reconocer signos de relaciones abusivas.
De acuerdo con cifras de la Organización Panamericana de Salud (OPS), en América Latina y el Caribe, la tasa de embarazo adolescente es de 66,5 nacimientos por cada 1.000 niñas de entre 15 y 19 años.
AM