En la Suprema Corte de Justicia ya empiezan a moverse las piezas para lo que será la elección interna del próximo ministro que la presida. Lo interesante es que los comicios presidenciales podrían modificar del todo la balanza que hoy existe en el máximo tribunal del país.
Sabemos que algunos ministros se encuentran preocupados por la llegada del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, pues algunos tienen la idea de que esto signifique que el nuevo Presidente conforme un nuevo tribunal constitucional que esté por encima de la Corte. Esto pese a que López Obrador no se ha referido en ningún momento a modificar la estructura del máximo tribunal.
El temor que tienen es que ocurra lo mismo que con la reforma constitucional de 1994 en la que se dio uno de los cambios más significativos; en esos tiempos el máximo tribunal estaba compuesto por 26 ministros y el cambio fue tan sólo dejar a 11, tal y como la conocemos hoy.
Fue en ese entonces que los primeros días de 1995 el presidente Ernesto Zedillo envió 18 propuestas para ser votadas por el Senado; en ese momento fue conformada una Suprema Corte con una mayoría de ministros con los que simpatizaban el PRI y el Gobierno federal.
Con los años y la conclusión de los periodos de diversos ministros, el PRI y el PAN tuvieron que llegar a un acuerdo, cuando saliera un ministro una vez le tocaría al PRI elegir y otra al PAN.
Es así que en 23 años ningún otro partido pudo o quiso meter mano en la designación de los ministros. Pero las cosas podrían cambiar, ya que en enero próximo se elige a un nuevo titular de la Corte.
El asunto que es para finales de noviembre, el ministro José Ramón Cossío estará cumpliendo su encargo y despidiéndose por tanto de la Corte. Esto significa que para enero sólo habría 10 ministros que tendrán que votar por el próximo presidente de la Corte y habría riesgo de empatar la elección.
Técnicamente le tocaría al próximo Presidente electo mandar la terna, y con ello apresurar al nuevo Senado a que nombre al ministro de la Corte faltante, ministro que, por cierto, por primera vez sería el que proponga Morena y por tanto un partido distinto al PRI y al PAN.
La elección del próximo presidente de la Corte tiene relevancia, pues su designación como la del nuevo ministro entrante podría modificar la balanza de las decisiones y de los futuros casos que lleguen a la Corte, como pueden ser las reformas constitucionales que presente tanto el Presidente de la República electo como el Congreso.
A esto hay que sumarle que para febrero también saldría de la Corte la ministra Margarita Luna, lo que da una nueva oportunidad para colocar un segundo ministro propuesto por Morena. Así, el futuro de la Corte pende de tres nombramientos.
No es un secreto que uno de los candidatos para contender por la presidencia de la Suprema Corte es Arturo Zaldívar, quien a pesar de ser considerado un hombre externo al Poder Judicial, contaría con el apoyo de la ministra Olga Sánchez Cordero en caso de que Andrés Manuel López Obrador arribara a la Presidencia.
Para Morena y para López Obrador, el ministro Zaldívar es un hombre progresista que podría llevar bien la titularidad del máximo tribunal del país. Lo que no es igual para los otros ministros como Eduardo Medina Mora, José Fernando Franco, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Javier Laynez Potisek; a ellos Morena los considera como hombres vinculados a Felipe Calderón y a un sector del PRI que apoya el ex presidente Carlos Salinas.
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