Debate aburrido, sin chispa, sin novedades y sin el golpe capaz de derribar al adversario; de remontar en las encuestas.
Debate que pareció la feria de los sueños. Tanto López Obrador, como Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez se empeñaron en la promesa de regalar dinero, de ampliar el asistencialismo y, sobre todo, de bajar el cobro de impuestos.
¿Cómo regalar dinero sin tener una mayor recaudación?
Ni Obrador, ni Anaya y menos el Bronco explicaron esa grave contradicción: la de regalar dinero a puños y bajar impuestos. La feria de los sueños. Todo será gratis, según Obrador, Anaya y Rodríguez Calderón.
Pero la monotonía y hasta el bostezo estuvieron del lado de los candidatos Andrés Manuel López Obrador y de Ricardo Anaya, quienes por momentos parecían empeñados en repetir los spots y los cartabones que por millones han repetido en los medios.
Incluso resultó de risa loca –y con carcajadas a mandíbula batiente entre grupos que presenciaron el debate- cuando en 12 ocasiones le preguntaron a López Obrador el qué y el cómo en materia de presupuesto, de gasto público, de recaudación, inversión, salud y educación.
La respuesta fue la misma de siempre; para AMLO todos los problemas se acaban con el combate a la corrupción, con austeridad, moralidad y con el recorte de los altos salarios. Ese discurso fue la constante en el caso de López Obrador, además de sus clásicos chascarrillos.
Ricardo Anaya insistió en copiar el asistencialismo de AMLO, proponer la baja en el precio de la gasolina y, sobre todo, en repetir sus spots, como el de llevar a prisión a Peña Nieto y al gabinete.
El simpático del debate, el campeón de los chistoretes, de las ocurrencias y hasta la gracejada se llama Jaime Rodríguez Calderón. Pide besos a los adversarios, les llama vividores, pide a los padres de familia no ser alcahuetes.
Los momentos de tensión se dieron cuando José Antonio Meade mandó “a su rancho” a López Obrador –el rancho La Chingada-, y cuando demostró que AMLO reprobó en la creación de empleos. El segundo, cuando Ricardo Anaya demuestra que Andrés Manuel López Obrador tiene constructores favoritos.
En respuesta, Ricardo Anaya le preguntó a López Obrador que si estaba dispuesto a renunciar, si le demostraban que tiene constructores preferidos. Y en efecto, Anaya lo demostró.
El único candidato que explicó los qué, los cómo y los porqués; el único que argumentó y mostró tener conocimiento de los temas tratados en el debate se llama José Antonio Meade.
El candidato del PRI, PVEM y Panal confirmó que es el mejor calificado, el único capaz de crear empleos, de ordenar la recaudación, de reorientar el presupuesto, de garantizar la educación…
Y en materia de salud, hacia el final del debate, José Antonio Meade le dio el último coscorrón a un ignorante Andrés Manuel López Obrador: “Andrés quiere quitar el Seguro Popular, pero paga su médico personal y particular, al que trae de Miami cada 15 días”.
¿Quién ganó y quién perdió el debate?